Artículo: el cine

Jaque al cine

Hace un mes se celebró la primera gran fiesta del cine en nuestro país en la que las entradas se rebajaron a un módico precio de 2.90 euros. Durante dos días laborables, cientos de personas se amontonaron en las taquillas para adquirir sus entradas. La imagen tan atípica que se formó aquellos días presagiaba que un gran acontecimiento iba a tener lugar: ¡Los cines volvían a estar llenos! A simple vista puede parecer un hecho positivo, pero es una de las consecuencias del maltrato al que está siendo sometida una parte de nuestra cultura. Debido a los excelentes resultados que se obtuvieron se volvió a repetir la experiencia, abaratando el coste de las entradas la penúltima semana del mes de noviembre. Parece que la reducción del precio invita al espectador a volver a las salas. ¿Qué está pasando con el cine?

La subida del 21% de IVA ha puesto en jaque a la industria cinematográfica. Nuestros bolsillos no se pueden permitir el coste de casi nueve euros para visualizar cualquiera de las películas de la cartelera. Y claro, los productores disminuyen su trabajo, los directores abandonan proyectos que seguramente serían excelentes y los actores mendigan por un papel, aunque sea secundario. El panorama desolador no queda ahí: los taquilleros venden tan pocas entradas que su puesto de trabajo se empieza a considerar innecesario, como el de los vendedores de palomitas que son conscientes de que ya casi nadie tiene solvencia para apreciar el sabor de la mantequilla de este producto tan asociado al cine. Esto se está convirtiendo en la pescadilla que se muerde la cola.

En los últimos años se está produciendo a bajo coste, pero ni por esas. De hecho, ni el lanzamiento de las películas en tres dimensiones como intento de luchar por el tópico “renovarse o morir” ha conseguido paliar la situación actual. Ya se sabe, hay quien está empeñado en destruir la esencia de nuestro país, en pisotear el arte una y otra vez. La cultura se está quedando coja, ya nadie recuerda aquellas salas llenas en las que se escuchaban risas de las contagiosas, de las de verdad.

En la actualidad se están llegando a paralizar proyecciones por falta de público, un público que no recibirá ninguno de los valores que siempre ha transmitido el cine, como el de la enseñanza. Y es que aprendíamos los unos de los otros tras una proyección, nuestras conversaciones giraban en torno a la cultura. Y ahora ya ni los críticos de cine suelen hablar de las películas entre ellos, aunque sea su trabajo. Como podéis comprobar el cine está cayendo en picado, una parte de la cultura se nos muere aunque la otra (teatro, música…) tampoco goza de buena salud.

Me consuela el excelente resultado que tuvo “la fiesta del cine” ya que las cifras demostraron que sigue vivo. No obstante, considero que estamos haciendo poco por solucionarlo aunque suframos por la lenta y dolorosa muerte que está teniendo nuestro bien más preciado: el cine. Porque si el cine muere, una parte de nosotros se va con él.

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