Crítica: obra “La Ratonera”

Un ratón y otros dos, los ves correr… ciegos los tres…”

Todos saben que el mundo del Periodismo se mueve por los contactos. A veces, se conocen a personas entrañables que te permiten ser una mera espectadora del trabajo que a diario realizan para ganar el jornal. En esta crónica, queremos hablar de cómo un actor consagrado en teatro, cine y televisión nos ofreció ser parte del público de cada jueves en el Teatro Amaya de Madrid. “Un ratón y otros dos, los ves correr…ciegos los tres…” Aparentemente, esta es una inocente canción infantil, pero los pelos se empiezan a poner de punta cuando los espectadores se sientan en su butaca. Esta música está interpretada en un tono aniñado, pero casi rozando lo siniestro por Martina Vidal Calderón. Su sonido provoca que el público se introduzca de lleno en el ambiente de misterio. Las luces se apagan. La función va a comenzar.

Javier Losán, la persona a la que dedicamos humildemente este texto, trabaja actualmente en la obra de teatro “La Ratonera” dirigida por Víctor Conde. Esta función teatral de Agatha Christie fue estrenada en Londres allá por los años cincuenta. “La Ratonera” tiene el récord de ser uno de los espectáculos teatrales con mayor número de representaciones ininterrumpidas y eso significa mucho en los tiempos que corren, en concreto sesenta años en el cartel de la capital británica.

Esta representación es un clásico de misterio. De hecho tiene los ingredientes propios de este género: una casa aislada, un enigmático asesinato, una canción un tanto tétrica, mal tiempo y sobre todo un abanico de personajes curiosos. Esta obra sigue el modus operandi de su autora, una técnica que le ha funcionado también con intrigantes novelas como “Asesinato en el Orient Express” o “Los diez negritos”. No obstante tiene muchas similitudes con esta última, aunque se trata de una novela y el libro de “La Ratonera” pertenece al género dramático. Así, no podemos dejar pasar la ocasión para resaltar que la propia vida de Agatha Christie, más allá de sus novelas, fue un misterio en sí misma, entre otras cosas, estuvo once días desaparecida y nadie sabe con certeza qué le ocurrió durante ese tiempo.

En la obra de teatro en la que participa Losán, todos los personajes sospechan de los demás, pero todos callan. En este tipo de funciones conviene no desvelar mucho el contenido para mantener la intriga en los espectadores futuros. No obstante, les comentaremos que la trama se desarrolla en una mansión de mediados del siglo pasado. Los personajes se quedan encerrados dentro de esta casa y permanecen aislados por la nieve. Justo antes del descanso se produce una muerte. ¿Sabían los personajes que uno de ellos iba a morir? La duda queda asegurada entre el público, ya que pueden sospechar de unos y de otros. Y es que la obra cuenta con ocho personajes, todos diferentes, lo que enriquece el contenido y aumenta la tensión en el espectador. ¿Quién habrá sido? De esta forma, se coloca al público en el lugar de un inspector de policía que debe descubrir quién es el asesino. Aunque tengan cuidado, no hay que fiarse de las apariencias…

Uno de los personajes principales está interpretado por la actriz Ana Turpin en el papel de Mollie Ralston. Otro de los personajes que sorprende es Chistopher Wren, interpretado por Guillermo Muñoz, un muchacho hiperactivo que provoca risas entre los asistentes. Aunque el señor Paravicinni, interpretado por Losán, también sorprende de forma positiva a los espectadores potenciando varios gags. Y es que este personaje extranjero que llega inesperadamente es capaz de asustar no sólo a los personajes si no también a los asistentes con su actitud extraña y a la vez divertida.

El atrezzo de la representación está perfectamente encuadrado en la época en la que se desarrolla, los años cuarenta. Así la vestimenta, el vocabulario y el mobiliario lo reflejan. Un elemento muy importante que se debe destacar y que, junto con la canción, lleva una parte fundamental del peso sonoro de la obra, es una radio que relata algunos intrigantes hechos que ocurren más allá de las paredes de esa ratonera. Su voz distorsionada pone en alerta al espectador y contribuye a que sienta el pánico y la incertidumbre de los protagonistas desde el principio.

Tras dos horas sin que los asistentes se muevan un momento de su butaca, a excepción del descanso, los actores que han conseguido este efecto en el público, entre aplausos, se despiden siempre de forma cálida. Se percibe en sus miradas que agradecen a los espectadores que, a estas alturas, permanezcan fieles a esta gran expresión de la cultura que es el teatro. Como a todos los sectores, la crisis les está afectando. Aún así, el show debe continuar.

No lo olviden y compren sus entradas. La Ratonera permanecerá unas semanas más en el cartel del Teatro Amaya de Madrid hasta cerrar sus puertas en la capital el próximo día 7 de abril de 2013. Para los que no son de Madrid, la obra estará de gira por toda España hasta finales de mayo. Si pueden, no dejen pasar esta oportunidad. 

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