“Hay cosas que te marcan en lo pequeño y en lo grande”
Ramón Ibarra ha participado en cine, teatro y televisión. Su personaje más popular a nivel nacional le ha llegado de la mano de la serie “El secreto de Puente Viejo”. También ha formado parte de varios cortos. El último se llama “La cruz”, un thriller de terror con el que está muy contento debido a la sencillez de la historia y el interesante recorrido de su personaje. Además, este cortometraje ha conseguido un gran número de premios a nivel nacional e internacional, entre ellos, el actor fue galardonado como mejor interpretación masculina en “Plasenciaencorto”. Actualmente, se encuentra representando la función «Un cuento para adultos» en Madrid.
Realizamos la entrevista a Ramón Ibarra en una céntrica cafetería de Madrid. Durante este encuentro, pudimos conocer un poco mejor a este licenciado en Publicidad que además cursó varios años de Derecho. Finalmente, se decantó por la interpretación donde afirma que no tiene preferencia por ninguno de los tres medios, sino que depende de la producción que sea.
P: ¿Con qué personaje de los que ha hecho se ha sentido más identificado?
R: En general, en toda mi trayectoria no hay ninguna identificación con los personajes. Los personajes son: con los que me lo paso bien o con los que me lo paso mal. La mayoría me lo paso bien, o lo procuro. Con este último (Raimundo Ulloa) muy bien, por los añadidos que tiene, por el desarrollo, porque también pocas veces un personaje se desarrolla durante tanto tiempo y puedes cogerle las vueltas. Darle tú un recorrido, además del que te venga por parte de los guionistas. Arrancó de un modo que tenía su gracia, un personaje progresista, ilustrado dentro de un mundo rural que es una cosa rara, un hombre contradictorio con un pasado atormentado… Y esas cosas siempre tienen su gracia, entonces desarrollarlo en el tiempo viene bien, poderlo hacer con los compañeros que he tenido ha sido una delicia y… ¡Qué no se acabe!
P: ¿Qué nos puede contar sobre su personaje en “Un cuento para adultos”?
R: Es que la historia de “Un cuento para adultos” es complicada… Don Laureano es el dueño de una ferretería. Es muy cortito, en tiempo son 11 minutos como mucho y se desarrolla no en función del personaje, sino lo que le tiene que contar al héroe de la historia, al príncipe que es Beethoven.
P: Hemos leído que la obra estará en cartel hasta finales de junio, ¿se podría prorrogar?
R: No tengo ni idea. Es que estas cosas del teatro no son solamente una cuestión de lo que uno quiere, sino que viene otro, te vas… Lo que se sabe es que no tiene posibilidad de distribución, tal y como está ahora la venta de teatro es muy difícil. En condiciones normales podría tener una difusión entre espacios relacionados con escuelas o espacios amateur, espacios profesionales… Pero la cosa está mal que peor, entonces, normalmente, a no ser que destroce la taquilla… pero aún así no. Yo creo que no llegaría a prorrogarse.
P: ¿Cómo se prepara los personajes?
R: Pues en un caso como estos, en condiciones justitas, porque la gente, la mitad, tenemos la suerte de estar trabajando, había complicaciones de horas. Al haber poco curro remunerado y mucho curro sin remunerar, todo el mundo se apunta a un montón de cosas. La disponibilidad es uno de los problemas para este tipo de trabajos. Y se hace así. ¿Cómo se preparan los personajes? Como en todos los sitios, trabajando y trabajando, dándole vueltas y probando. En este espectáculo ensayando mucho para que no se note que has ensayado. Y salga tan normal.
P: En las últimas semanas «El secreto de Puente Viejo» está liderando su franja horaria, ¿qué tiene de diferente respecto a otras producciones?
R: Pues que ha coincidido todo. Hay un punto bueno que es el arranque de la historia. Ésta como planteamiento es un acierto. La historia de folletín está bien trenzada desde el principio, desde el primer capítulo ya ves lo que pasa, entiendes enseguida lo que va a suceder y eso genera la necesidad de ver el siguiente capítulo. Entonces ese encadenamiento yo creo que está muy bien enganchado, ves enseguida que la historia de amor entre los protagonistas funciona muy bien. Se ve pronto que el resto de personajes se entrelaza, tienen un grado de emotividad, está el punto de comedia que está muy bien pillado por la parte de los Mirañar, hay mala, hay bueno, hay amor… ¡Qué más quieres Baldomero! (risas). Y el mérito es que eso se engarza capítulo tras capítulo. Hay un acierto en el modo de dirigir la serie por parte de los directores y creo que la elección por parte de los actores también lo es, porque parece que están hechos como a la medida. Al no ser ninguno de nosotros conocidos a nivel nacional hay una parte de credibilidad que es interesante. Cada vez que vas a currar te lo crees y vas a intentar aprender cada día un poquito y eso es la “hostia”, llevamos casi 600 capítulos que estamos grabando y no nos aburrimos. Todavía vamos con ganas. Y luego sobre todo, porque hay un nivel de personalidad muy bueno, hay un acierto pleno en todos los equipos. Y buen rollo.
P: Y eso se transmite. También los personajes, a la hora de los buenos y los malos, son todos muy humanos, cada uno tiene su parte de todo un poco…
R: Sí, sí. Pero es que esa es la base. El folletín necesita eso. Necesitas subidas y bajadas intensas en cada capítulo. Cuando no sucede, se nota, se resiente, el producto, el del capítulo. Cuando juegan todos esos elementos la cosa funciona. Y curiosamente todas las nuevas incorporaciones tanto de tramas como de personajes y de actores y actrices han seguido el camino marcado desde el inicio. Llevamos 600 capítulos y no hay ni un acto de divismo por parte de ninguno de los actores, ni de los personajes tampoco. Bueno el personaje de Francisca, de Tristán, el de Jordi o el de Pepa… personajes que son muy grandotes, pero que no aplastan a los demás. Yo creo que eso es lo importante.
P: ¿Resulta complicado compaginar una serie diaria con otros proyectos como el teatro?
R: Sí, muy complicado. De hecho, me coincidió una cosa rarísima que nunca pasa en el teatro y es que tengas dos semanas de funciones casi seguidas, y no pude. Tuve que dejarlo, porque me era imposible. Tenía que estar yendo y viniendo. Era una gira por Castilla La-Mancha y lo intenté, pero lo raro es tener funciones miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo, me tocó. Y a la semana siguiente jueves, viernes y sábado y veía que no llegaba. Bueno ahora que está la cosa como más tranquila, está esto de “Cuento para adultos” o “Los justos” que vamos a estrenar en septiembre. Ya me lo planteo de otro modo. Hay más márgenes de actuación. Lo que pasa es que al principio cuando no sabes qué vas a hacer con tu vida, el nivel de estudio era el triple del que es ahora, entonces lo complica, pero ahora sí, bien, con las ganas justas, tampoco…. (Risas). No soy de los actores que dicen prefiero el teatro a la televisión o el cine. No, yo creo que según qué cine, según qué teatro y según qué televisión, porque nuestro trabajo es el mismo y lo que valoro son los equipos, la gente y el proyecto. El medio a mí me resulta igual de atractivo cualquiera de los tres.
P: ¿Qué tiene que tener un personaje para que decida aceptarlo?
R: Ni idea. Cuando surgen te lo planteas. No tengo ningún planteamiento a priori. La historia. Más que el personaje, me importa la historia. Si no hay historia, malo y si el personaje no tiene esto, pues adiós muy buenas. Pero fundamentalmente me interesa la historia y luego el equipo, y que el personal sepa viajar en furgoneta, algo así.
P: Realizó un corto llamado “La cruz” que está grabado en una carretera con el mar a los pies, ¿sintió vértigo en algún momento?
R: Pues tuvimos una última secuencia, además era ya acabando, el segundo día, fueron dos días de rodaje. En las últimas grabaciones yo arrancaba con el coche, luego no se ve, pero los planos están ahí, y emocionalmente marcábamos lo que me estaba pasando por la cabeza con el cambio de las marchas. El cámara era un “chalao’” al que sujetaban al precipicio. Decía, “Que le sujeten, pero que le pongan un arnés, yo me muero”. En el que acabamos una de las tomas dijo “¡Uau qué acojone!” Miedo no, porque yo estaba seguro de cómo iba a conducir, era más el ruido, la sensación y luego que la cámara te duplica la sensación de velocidad. Y claro estás yendo por un precipicio quieras o no, pero desde la cámara todo te parece mucho más rápido y más intenso. Y el “¡Uau qué acojone!” del cámara, el más osado que he visto en mi vida, que yo dije “Ah pues mira, lo hemos hecho bien”. Yo con ese corto estoy especialmente contento de premios. Y porque además lo hacíamos los tres Ulloa: Sandra, Pablo y yo. Y no éramos los tres Ulloa, con lo cual dices “Mira nos entendemos también al margen de esto” .Me dio mucho placer hacerlo.
P: Pertenece al género thriller de terror, ¿suele creer en los fenómenos paranormales?
R: ¿Yo? Pero haberlos, haylos. Yo no creo en nada, pero haberlos haylos. Hay cosas que pasan, que son reales. No les doy importancia. De esas cosas que no hay mucha explicación y que pasan, yo las he vivido. No las he vivido en persona, pero sí que he visto cosas que no podríais creer.
P: La frase que sale en el trailer del corto es “confiar es el mal camino”, ¿se considera un hombre confiado?
R: Sí, con la gente que conozco sí. Me imagino que a medida que pasan los años uno va perdiendo confianza, me tendrá que demostrar que es buena persona. Mientras no me demuestre lo contrario. Lo que pasa es que se demuestra muy fácil, de cara también a la edad que te hace ver las cosas muy rapidito. Más rápido de lo que parece. Cuanto más conoces, más datos tienes para confiar o desconfiar de alguien. Y no suelo ser malo para eso.
P: ¿Qué suele hacer para desconectar?
R: De los papeles no es que desconecte. Yo soy un ciudadano, normal y corriente. Me gusta el cine, leer, escuchar los pajaritos, ducharme, meterme en la piscina en verano y…me gusta mucho ir al monte y andar. No me desconecto, porque tampoco estoy conectado. Hay veces que no te debes desconectar, porque debes repasar el texto mientras que estás haciendo el recorrido del día. Eso no lo haces como un trabajo, te sale. Ser actor es una capacidad de observación y de curiosidad que es la base de nuestro trabajo para todo. De curiosidad y de observación en las personas, en las terrazas, en los spots o en los coches. Esa curiosidad es la que te genera esa necesidad, porque cualquier cosa te va a servir, desde una música a esta estructura de maíz tostado (señalando a un plato de aperitivo). La curiosidad esa es la base, pero hay veces que te viene solo.
P: ¿El personaje de Raimundo es el que más le ha marcado?
R: De cara al exterior, sí. Y por lo que supone de trastoque familiar también. En mi vida ha habido otros. He formado parte de una compañía en su día como Carraca que en Bilbao fue durante 20 años una compañía importante. Haber estado en el Florido Pensil haciendo entre 700 y 1000 funciones. Pero también haber hecho un personaje con un espectáculo de Ernesto Caballero, pues también. O sea hay cosas que te marcan en lo pequeño y en lo grande. Y esto marca en lo grande por la dimensión social que tiene la historia. Y, hombre, de esto no se deshace uno tan fácil, pero pasa, eso también lo tengo claro. Lo que sí te marca es eso que yo estoy desplazado de mi familia durante dos años y medio. Y te saludan por la calle.
P: Hizo un programa de sketches en la ETB, ¿es muy difícil hacer reír?
R: Es más fácil hacer el ridículo. De hecho, todos los cómicos y grandes payasos saben lo que es eso, y los que no somos grandes payasos, lo sabemos el doble porque en el hacer reír o la comedia, te la juegas mucho. El payaso: 99 fracasos y 1 éxito. En el ensayo, en el trabajo, en la elaboración, eso es lo más cruel que hay a la hora de montar un espectáculo y que funcione. Conseguir un número redondo y que funcione con un esfuerzo a veces titánico, eso es muy duro. Lo otro, hacer comedia, es difícil. El fracaso es más gordo, tienes riesgo del ridículo. Yo hice unos 500 sketches de los 1000, prácticamente la mitad, porque era un personaje, un señor mayor. De esos 500, igual me quedaría con 3 o 4 que dices, todavía los ves y me río, a veces no por la gracias, sino porque me acuerdo de cómo lo montamos y me moría de la risa. En Euskadi, he hecho mucha comedia. Luego estuve en “Euskolegas”, que era un Spin-off de personajes de “Vaya semanita”. Yo empecé haciendo televisión con un personaje, así de continuado, que era como el alcalde y la alcaldesa, un programa de pruebas de deporte rural. Y yo más o menos era el Don Pedro Mirañar, pero con 25 kilos menos y con 25 años menos también (risas).
P: A largo plazo, ¿qué proyectos tiene?
R: Está la cosa muy mal como para hacer planes. Proyectos hoy en día están todos de capa caída, el cine, el teatro, el arte… todo está por los suelos. Lo que sí pienso es que he conseguido hacer gente con la que sé que voy a coincidir en el camino, de estos dos años y medio. Gente con la que seguro coincido en futuros proyectos que es lo que nos ha pasado siempre. A poco que te conoces, sabes que vas a acabar trabajando con quien tienes afinidad o bien en lo ideológico o en la concepción de la profesión o en lo que quieres trabajar, eso sí que creo que ha ampliado un poco. Pero vamos que si no hubiese sido aquí, hubiese sido allí. Cuando vuelva a Bilbao ya sé que el Pabellón Nº6 que es un espacio que se ha abierto ahora en Bilbao muy importante pues estaré por ahí. Pero como siempre, a la que venga. Y con la tranquilidad de haber estado dos años en la tele que eso está muy bien.
Periodista especializada en comunicación, cultura y gastronomía.
Uyyy eso suena a despedida de la serie 🙁