Crítica: obra “Un cuento para adultos”

Como todos los cuentos no se puede empezar de otra manera que con el famoso “Érase una vez…” una obra en la que cualquiera se puede ver identificado. Se trata de situaciones muy reales llevadas al extremo, aunque, muchas veces, la realidad suele superar a la ficción. La sorpresa es la baza principal de la función en la que el público sabe que puede pasar cualquier cosa y eso es exactamente lo que ocurre. El argumento es claro, la vida misma.

Una de las cosas que primero llama la atención es que se combinan efectos audiovisuales con la obra dramática, así se pueden apreciar ciertos guiños a conocidos cuentos de Disney.

Estos elementos audiovisuales contribuyen a que el atrezzo sea mínimo. La imaginación de los actores se traslada al espectador que consigue ver más allá de lo que banalmente pueden ver los ojos. Así, el escaso decorado no es una nota negativa, sino todo lo contrario, desprende cierta magia como buen cuento. De hecho, la obra consigue que el público tenga la necesidad de estar atento en todo momento, los hechos inesperados están servidos.

La estética de los personajes está muy cuidada, consiguiendo su función. El vestuario consigue definir al personaje, se le da el significado que merece.

No se trata de una obra vacía de significado, que solo sirve de mero divertimento. Da qué pensar. Los diálogos se desarrollan de forma directa y fluida despertando el lado reflexivo del público. La vida, los recuerdos, la lucha entre lo que somos y lo que realmente queremos ser, y, por supuesto, el amor dan forma al contenido de la historia. El director, Yassin Serawan, consigue un equilibrio entre la tragedia y la comedia, entre la locura, la emotividad y la realidad. La comunicación corporal de los actores es una parte fundamental para transmitir la esencia de los personajes, desprende una emoción apasionante que consigue hechizar al espectador.

La función comienza recordando el mal trato que se le está dando a la Cultura. La escalofriante cifra de 21% de IVA que los espectadores deben de pagar por ejercer un derecho que les corresponde está haciendo que muchas obras no puedan ser estrenadas, que muchas salas sean cerradas, con las consecuencias que ello acarrea, más paro y menos libertad de expresión. En el resto de Europa, esta maravillosa forma de expresión que es la Cultura se encuentra con un agravante del 4% de IVA, se trata de más de una quinta parte de lo que en nuestro país hay que pagar. Conviene recordar que no todos los espectáculos tienen este impuesto tan alto, el fútbol “solo” tiene un 8%. ¿Cuál es la diferencia?

Si os gusta el teatro, no perdáis la oportunidad de acudir a una obra diferente que sorprende de principio a fin. No deja indiferente a nadie con su mezcla agridulce. Hay que darse prisa, solo estará en cartel hasta el día 23 de junio en la Sala Mirador de Madrid. 

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