Artículo: película “No”

“La alegría ya viene”

Este año se aproximan en España numerosos procesos electorales. Una de las películas que mejor refleja cómo se desarrolla una campaña es “No”, basada en el modelo de marketing que tuvo lugar en Chile en 1988 para derrocar a Augusto Pinochet. Éste convocó un plebiscito en el que los ciudadanos podían elegir si querían o no continuar bajo el mando de este dictador. El film se centra en la gestación y la puesta en práctica de las ideas de un grupo de publicistas. Gael García Bernal protagoniza esta cinta cuyo personaje representa a algunos de los encargados reales de esta campaña, quienes consiguieron cambiar el rumbo de la Historia a través de un mensaje optimista y distendido: «La alegría ya viene». El director chileno Pablo Larraín es el encargado de contar lo sucedido desde un punto de vista muy peculiar.

El objetivo de la campaña opositora al régimen de Pinochet era vencer en un plebiscito en el que se votaba la continuidad del militar en el poder. Para ello, durante el film se aprecia cómo fueron ambas campañas y los pasos que se dieron para llegar a ellas, sobre todo los artífices del “No”. El encargado en la película de llevar a cabo el modelo publicitario contrario al dictador es René Saavedra, hijo de un exiliado chileno en México, que está encarnado por el actor Gael García Bernal. Este papel es fundamental en el desarrollo de los hechos, en los que también se mezclan aspectos personales de este protagonista.

A pesar de no ser un documental, la película está grabada en el soporte de vídeo U-matic que se utilizaba a finales de los años 80, con el objetivo de dar mayor veracidad al discurso fílmico y para que la mezcla entre las imágenes reales y las de la propia producción fuese homogénea de cara al espectador.  De esta forma, el director chileno Pablo Larraín dirigía su tercera película centrada en la dictadura de Pinochet, las dos anteriores “Toni Manero” y “Post mortem” ya habían cosechado grandes éxitos en su país.

La película “No”, basada en la novela “Los días del arcoíris” de Antonio Skármeta, trata sobre un tema un tanto desconocido y poco visto como es la formación y el desarrollo de una campaña electoral para derrocar a un dictador, una temática sensible a nivel internacional. Sin embargo, fue estrenada en el Festival de Cannes en mayo de 2012, donde recibió el Premio Quincena de Realizadores a la Mejor película. Además, un año más tarde fue nominada a mejor película de habla no inglesa en los Premios Oscar, siendo la primera película chilena que lo conseguía. Finalmente, no obtuvo el galardón y la estatuilla en esta categoría recayó en “Amor” del director austríaco Michael Haneke.

El periodo electoral duraba veintisiete días en los que cada una de las opciones contaba con quince minutos para emitir sus anuncios, sin embargo, este tiempo no era real, ya que la dictadura controlaba los medios de comunicación. Por ello, los partidarios de Pinochet que se encargaban de la campaña, así como el propio gobierno, creían fervientemente que iban a ganar, de hecho, como se aprecia en la película, en un principio no dieron importancia a la franja diaria de la que disponían. Su campaña se basó en componer una imagen amable del dictador, pretendían ponerle una etiqueta, mejorar su reputación y que a través de ella los ciudadanos recibiesen una idea de progreso.

Por el contrario, la campaña del “No” buscó un mensaje más simpático y fresco, el objetivo era utilizar un lenguaje publicitario armando un concepto político detrás. Su eslogan lo reflejaba: “La alegría ya viene”. Con esta consigna, no pasaron desapercibidos, porque vendían algo distinto. El símbolo también seguía este patrón, un arcoíris que pretendía acoger a todos los sectores de la población, pero que tenía un mensaje intrínseco feliz, alegre y desenfadado. Se intentó vender un mundo sin miedo ante la represión o la pobreza, con libertad. Se mostró una cara amable del cambio, un giro político y cultural que era posible sin recurrir a la violencia y con una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. No solo querían ganar el plebiscito, tal como muestra la película, sino transformar profundamente a Chile.

El mundo de la cultura, como refleja el film, fue muy importante para esta opción, ya que el “No” contó con el apoyo de distintas personalidades tanto nacionales como internacionales, así participaron actores como Christopher Reeve o Jane Fonda. Por su parte, los personajes culturales nacionales participaron de forma activa coreando el himno de la campaña, como ya se hiciera con el famoso “We are the World” contra la hambruna en Etiopía, de hecho en la película se comparan ambas iniciativas. Esta canción publicitaria contaba además con elementos muy importantes: un mensaje claro, un tono pegadizo y la alegría que se pretende transmitir.

En definitiva, esta campaña se basó en la utilización de los elementos propios de la venta de un producto cultural, pero con un trasfondo político. Hicieron que votar “No” resultara atractivo, que no infundiera miedo e inyectara la dosis suficiente para que el pueblo buscara el cambio.

Finalmente, la victoria se decantó a favor de la alegría y de la libertad, consiguiendo terminar con una larga dictadura. Los chilenos optaron por el cambio y por centrar la mirada hacia una forma de vida que no casaba con la rigidez de los años anteriores. Se logró vencer a Pinochet con un mensaje amable, sin olvidar a las víctimas, pero con la vista puesta en un futuro prometedor que se abría para los ciudadanos. 

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