¿Eres libre?
Para contestar a la pregunta de si somos libres o no basta con imaginarse en una frutería. Sí, como lo leéis. Podemos elegir melones, manzanas, mandarinas, plátanos, peras… pero ¿quién ha puesto esas frutas ahí? Somos libres pero esa libertad viene determinada por un ente externo. Algo similar les sucede a nuestro siguiente grupo de adolescentes protagonistas de la función “Nada especial” que ha aterrizado en Madrid tras su gira por Polonia. A pesar de la libertad en la que viven, se dan cuenta de que la sociedad ha decidido por ellos en cuanto a cuestiones tan importantes como a quién querer y a quién no, a qué dedicarse y a qué no, cómo comportarse y cómo no. ¿Estarán dispuestos a permitirlo? La respuesta de la compañía argentina “Pablito no clavó nada” no tiene desperdicio.
El pasado domingo 4 de noviembre a las 20 horas tuvimos la oportunidad de disfrutar en la sala teatral El Montacargas, ubicada en la calle Antillón número 19, de una representación poco convencional titulada “Nada especial”. Este espectáculo de la compañía argentina “Pablito no clavó nada” ha ofrecido una única función en la capital tras participar en el XIII Festival Internacional de Witold Gombrowicz y girar por Polonia.
Para este show teatral, la compañía se ha inspirado en “Ferdydurke”, una de las obras más notorias del escritor polaco Witold Gombrowicz que fue escrita en 1937. La propuesta precisamente es el resultado de una burla escénica sobre la normalización del deseo, un concepto idóneo para los tiempos modernos. La pieza, dirigida por Braian Alonso, se articula sobre la frase: “¿No ves que nuestra madurez exterior es una ficción y que todo lo que podemos expresar no corresponde a nuestra realidad íntima? Mientras fingimos ser maduros, en realidad, vivimos en un mundo bien distinto. Si no logramos juntar de algún modo más estrecho estos mundos, la cultura seguirá siendo un instrumento de engaño”.
Así, en este experimento escénico el equipo se propone aproximarse a la inmadurez a través del fracaso y la estupidez con una energía y una entrega digna de alabar. Los encargados de liberar el deseo son Concepción Covello, Florentina Messina, Juan Pablo Ruiz y Tomás Fernández Castaño que sorprenden con su narración sobre lo banal, el fracaso y lo absurdo que en esta representación danzan a sus anchas.
Durante el tiempo que dura el espectáculo dichos actores luchan contra las reglas que la sociedad les impone para no acabar convertidos en simples instrumentos de una gran maquinaria. “Es un hecho que los hombres están obligados a ocultar su inmadurez, pues a la exteriorización sólo se presta lo que ya está maduro en nosotros”, explicaba el escritor polaco en el prólogo de su obra.
Conviene resaltar que no hay muchos diálogos en esta obra de teatro, por lo que los movimientos de los actores se convierten en la principal baza a la hora de transmitir el mensaje y generar consciencia. Estos movimientos eléctricos, exagerados y agresivos provocan confusión en el espectador. Tal y como ha explicado una de las integrantes de la compañía, “Nada especial es una burla escénica a la normalización del deseo, a todo lo que la cultura te dice que tienes que ser y rebelarse contra eso”.
La iluminación y la música tienen una especial relevancia en esta obra puesto que le dan sentido y contexto a esta pieza irreverente, a veces sin sentido, mordaz, y que, al fin y al cabo, ataca al sistema. A pesar de que los ritmos de los movimientos generan un dinamismo en la trama no hay un cambio de roles de los personajes y en el escenario no se producen escenas paralelas lo que contribuye a crear una atmósfera única y diferente a la que estamos acostumbrados a reconocer en las artes escénicas. Y es que «Nada especial» se encaja en el teatro de lo absurdo y quizás todo el mundo no está tan acostumbrado a disfrutar y entender este tipo de propuesta más próxima al teatro militante.
“Nada Especial”, una invitación a abrazar a la estupidez y perder el miedo al fracaso, actuará el 9 y el 17 de noviembre en Barcelona.
Periodista y desarrollador web