La cruda realidad a través de los ojos de una niña
Hay que leer en todas las épocas del año, pero los libros en verano no pueden faltar. Seguramente conozcáis de sobra la historia del “Diario Ana Frank”, pero jamás hayáis reparado en por qué su recuerdo sigue vivo. Pues bien, nos encontramos ante una publicación para viajar en el tiempo y descubrir qué sentían verdaderamente todos aquellos judíos y disidentes del régimen nazi que formaron parte de la mayor masacre del siglo XX. La obra se estructura, en su mayor parte, en la narración de un diario escrito en primera persona por una niña alemana que nació el 12 de junio de 1929, una protagonista principal que aporta unidad a un contenido que tantos años después sigue sobrecogiendo a los lectores ya que dejó constancia de los meses que pasó ocultándose durante la Segunda Guerra Mundial.
Este libro que he devorado, publicado por la edición Contemporánea, tiene un formato de bolsillo y está formado por 364 hojas. Además de los pequeños fragmentos del diario cuenta con un prólogo escrito por Carmen H. de Grossi, la cual explica que la familia protagonista se protegió en una buhardilla de Ámsterdam (Países Bajos) cuando Hitler estaba en pleno apogeo de su poder. En el epílogo, redactado también por la autora citada, se restablece la historia y se cuenta cómo fueron los días finales de Ana Frank, la niña que estuvo encerrada más de dos años hasta que los nazis descubrieron su escondite y decidieron llevarla, junto a los judíos que estaban en el mismo lugar hacinados, a un campo de concentración. La pequeña estuvo un tiempo en Auschiwitz-Birkenau, situado a las afueras de Polonia, pero finalmente fue trasladada al de Bergen–Belsen que fue creado en 1943 y estuvo activo hasta 1945, justo el año en que fue asesinada. Lo más impotente de su muerte es que pocas semanas después de su fallecimiento las tropas británicas penetraron en este campo alemán para liberar a los judíos. Uno de los datos históricos que más sorprende es que éstos debían utilizar una estrella en la ropa para ser identificados. Esta distinción se denominaba Estrella de David y tenía diferentes colores según el motivo por el que se estuviera en el campo de concentración, por ejemplo, en el caso de la protagonista era de color amarillo.
El libro es parte de la vida de Ana Frank quien cuando cumplió trece años recibió muchos regalos, como cualquier otra niña, un ramo de flores, una blusa, un libro… pero de todos estos presentes hubo uno, el que primero vislumbró, que se convertiría en el mejor obsequio de su vida: ¡un diario! La protagonista era una pequeña humilde y soñadora que se contentaba con escribir en papel blanco sus vivencias. No obstante, al principio se mostró hostil para compartir sus intimidades, pero enseguida cogió confianza con las páginas y empezó a redactar hasta toparse con su destino.
Sus escritos durante todo el libro tienen prácticamente la misma forma ya que, como cualquier otro diario, constan de unos hechos ordenados cronológicamente mediante fechas situadas en la parte superior. Este periodo se prolonga desde el domingo 14 de junio de 1942 hasta el martes 1 de agosto de 1944. Cada texto no resulta excesivamente extenso, a pesar de que se incluyen muchos sentimientos y opiniones de la dueña del cuaderno. Además es muy común que la protagonista lo dirigiera a una única destinataria, Kitty, que en realidad es ella misma por lo que siempre se encargaba de escribir en la parte inferior “Tu Ana”.
A medida que avanza la trama se muestra a una Ana Frank más adulta, su vocabulario no es especializado pero su modo de pensar la cataloga como una persona madura, quizás por los hechos que le tocaron vivir. No obstante, siempre esbozaba una sonrisa por muy angustiada que se sintiera. Al fin y al cabo, solo anhelaba jugar con otros niños de su edad y disfrutar de una primera etapa vital feliz que pronto le arrebataron. Además llama la atención lo conformista que era ya que en ciertos escritos describe que sus ropas están muy desgastadas pero que, a comparación de los judíos presos, vive en el paraíso. No obstante, en su cumpleaños número catorce los lectores notamos cómo los ánimos de la protagonista están muy mermados, cada vez se encuentra más decaída y deprimida porque le gustaría divertirse.
Ana Frank tuvo que abandonar su hogar en Holanda porque allí tanto ella como su familia corrían peligro. El 5 de julio de 1942 todos los miembros se dirigen al refugio que les salvará a priori de una muerte segura. Son ayudados por Miep, el Sr. Koophuis, Vossen y Eli. El lugar al que se dirigieron era un departamento pequeño de dos pisos situado en la parte superior de una casa. La niña escribió el diario cuando estaba encerrada en la buhardilla, escondida junto a sus padres, tras el asedio de los nazis. Junto con la familia Frank vivían los señores Van Daan los cuales tenían un hijo llamado Peter. A pesar de que se llevaban tan solo tres años de edad no se llevaban muy bien porque eran muy diferentes, ella era muy extrovertida y él muy reservado. No obstante, la protagonista siente la necesidad de tener un amigo masculino y, con el tiempo, encuentra todo lo que necesitaba en este chico con el que pasa la mayor parte de su vida. Este sentimiento aparece reflejado en el diario porque se ha enamorado por primera vez. Pasados los días se incorporó a la habitación otro judío, Albert Dussel, que era dentista y que les contó las barbaries que los nazis estaban cometiendo.
Como vemos, el contenido de la obra es dramático pero siempre mantiene un halo de esperanza que, aún hoy, debería servir para que cualquier población esté informada de las consecuencias de la utilización del poder dictatorial. El libro además tiene grandes connotaciones históricas ya que hace referencia a uno de los aspectos más relevantes en la Historia del mundo a través de un diario que tiene la capacidad de reflejar tal cual la realidad de una niña más asesinada en los campos de concentración. La menor nunca se hubiera imaginado la popularidad que adquiriría su cuaderno, de hecho, ella misma confesaba en sus páginas que escribir ahí era una tontería porque nadie, ni siquiera ella misma, se iba a interesar con el tiempo por sus vivencias y confidencias.
Ana Frank es, sin lugar a dudas, el personaje histórico que más ha contribuido a mantener vivo el recuerdo del holocausto nazi. Lo esencial no es que el personaje haya fallecido sino que su influencia ha continuado porque el diario, con sus memorias, nunca morirá. Y todo gracias a su padre. Otto Frank sobrevivió y regresó a Ámsterdam donde las autoridades le informaron del fallecimiento de su esposa. La única esperanza de este hombre era que sus hijas lograran sobrevivir en Bergen-Belsen, sin embargo, un día antes de la muerte de la protagonista, su hermana Margot falleció en el mismo campo de concentración. El padre en realidad cumplió el deseo de su niña porque ésta quería ser escritora y la publicación de sus recuerdos era en cierto modo una forma de respetar su última voluntad.
El «Diario de Ana Frank» es un conmovedor testimonio de una pequeña inocente que tuvo que pagar con su vida el odio de terceros. En este caso sirve como modelo para describir a menores que perecieron en los campos de concentración por diversos motivos. Es también un legado universal de cómo miles de familias judías fueron separadas mientras que otras muchas esperaban una sentencia de muerte. Sin duda, una obra maestra para aquellas personas que busquen desesperadamente relatos sobre los protagonistas verdaderos del genocidio nazi.
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