El pasado 6 de octubre se estrenó por primera vez en el Teatro Calderón de Madrid la comedia musical que lleva más de doce años siendo uno de los espectáculos de comedia más exitosos de Broadway: “The Book of Mormon”. De la mano de Trey Parker y Matt Stone como guionistas (creadores de la serie “South Park”) y Robert López como compositor, sólo podía desarrollarse una historia tremendamente divertida, satírica, y musicalmente inolvidable. Hablamos de un musical producido por la productora de musicales líder del momento, Som Produce, que ha sido multipremiado con nueve Tony (incluido Mejor Musical) y nueve Olivier pero que, sobre todo, ha hecho reír a más de nueve millones de espectadores a quienes ha cautivado con su tono irreverente y disparatado.
Me sorprende la gran apuesta de adaptar este musical en nuestro país por diversos motivos. Por un lado, nunca se había traducido la obra a ningún otro idioma por las dificultades de traducción que entrañan los diferentes chistes durante las canciones. Por otro, estaría el gran desconocimiento general del público español sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, religión nacida y extendida en el seno de los Estados Unidos. No obstante, basta con ir a ver la obra una sola vez para darte cuenta de que la verdadera pregunta es por qué ha tardado doce años en llegar a España.
Que no se asuste nadie que crea que necesita saber sobre los mormones, el musical aprovecha para introducirnos sus creencias y costumbres con mucha comedia, pero sin cambiar una sola coma a sus preceptos originales. Tratándose de los creadores de “South Park” uno puede imaginar que habrá humor sin censura, delicadamente crudo, escatológico y políticamente incorrecto. Todo en una medida perfectamente calculada para que no puedas evitar desternillarte con cada situación vivida por los personajes.
La historia arranca con dos personajes miembros de esta Iglesia que son designados para la misión de evangelizar a un poblado marginal en el centro de Uganda. Allí se encontrarán con una aldea hostil un poco reacia a recibir sus creencias de primeras, pues bastante tienen con encargarse de sus propios problemas del día a día. No estoy nada de acuerdo con muchas de las críticas que he leído varias veces de que esto es una comedia contra la religión. Nada más lejos en mi opinión. Evidentemente no es una oda a la misma, y tomará momentos donde los dobles sentidos jugarán un papel imprescindible para los chistes, pero no adoctrina a nadie. Es una parodia llevada al límite. Según historias del origen de este musical, los creadores Parker y Stone convivían con algunos miembros de la iglesia mormona y lo que les sorprendía de ellos era su enorme optimismo y actitud resiliente. Todo esto les parecía un elemento humorístico perfecto para poner a dos personajes tan entusiastas en situaciones extremas. De hecho, ahí reside la verdadera comedia de esta historia. Al parecer hasta los propios mormones, con más sentido del humor, disfrutan tanto de esta obra que a veces en sus folletos informativos añaden el aviso: “Si te gustó el musical prueba a leer el libro. El libro es mucho mejor”.
Pero vayamos con la obra y dejemos el origen de la misma. ¿Cuán graciosa es? Tanto que no puedo ni describirlo bien, y se supone que es lo que debo hacer. He estado en varios monólogos y obras de comedia, pero puedo asegurar que es la primera vez que escucho cómo nuestras risas como público resuenan sin parar de la forma más pura. Creo que lo que hace tan satisfactorio este musical una vez terminado es que todos los elementos (desde la historia hasta los personajes, las canciones, las situaciones, los chistes, los gags espontáneos, las coreografías y los escenarios) fluyen en una calidad asombrosa para potenciar cada resquicio de la obra con humor y complicidad.
Las canciones son inolvidables. No pocas veces me he visto sorprendido mientras escribía esta reseña tarareando algunos de los temas principales. Puedo jurar que solo las he oído una sola vez en mi vida, y ha sido durante la obra, pero ya siento como si las hubiera estado escuchando toda la vida. Y es que no es para menos con el compositor que tienen. Robert López se trata de uno de los pocos maestros en ganar el EGOT (siglas para referirse a ganar Emmy, Grammy, Óscar y Tony) y tiene el récord de haberlo hecho en menos tiempo y más joven. Si os suena tal vez sea porque terminó siendo contratado para Disney y fue autor los temas musicales más conocidos de “Frozen” y “Coco” (para mí, los dos mejores musicales que ha sacado Disney-Pixar en los últimos 20 años). Haber adaptado al español tan magníficamente sus canciones para no desperdiciar ni un chiste, no deja de parecerme un trabajo titánico que se siente durante toda la obra. Con la naturalidad que se percibe, cualquiera podría creer tras verla que se concibió originalmente para la lengua de Cervantes.
Mención especial me merecen tanto el equipo de luces como escenografía. La escenografía utilizada para este musical en España es única para nuestro país, muy elaborada y sorprendente. Los colores envolventes de cada escena se te quedan en la retina (espectacular el despliegue utilizado para una escena onírica desternillante). Y no puedo tampoco desdeñar la coreografía, donde el lenguaje corporal llega a completar los diálogos para hacerte reír sin descanso.
Y hablemos del reparto. Considero el musical en directo como el medio más difícil y exigente que se puede realizar sobre un escenario. El actor debe ser tanto actor, como cantante y bailarín, todo ello durante las dos horas que dura el mismo. Pero es que encima se trata de una comedia. Para mí, el género más difícil para hacer en un teatro. Todo esto sin duda es un reto mayúsculo, y siento que el elenco está a la altura. Estridentes cuando deben serlo, comedidos cuando lo pide el momento, entrañables, dubitativos, alegres o decepcionados… todo un carrusel de emociones a expresar como funambulistas que no pueden dejar ningún momento de caminar sobre la cuerda de la comedia. Hasta el personaje más secundario brilla gracias a las interpretaciones.
Con todo esto no puedo más que recomendar “The Book of Mormon” a cualquiera sin dudarlo. Una obra de comedia musical de calidad máxima en todos los aspectos que querréis repetir. Pues no hay nada más satisfactorio que disfrutar de una entrañable historia con variopintos y simpáticos personajes que cantan por su mundo mejor. Una desconexión para pasárselo en grande donde solo debéis bajar vuestras defensas al sentaros en la butaca y disfrutar de un humor sin límites cuya exageración os hará reírte de la forma más simpática, de cosas que ni esperaríais.
2D Animator and Character Layout artist