Todas las historias tienen dos caras
En Gran Teatro CaixaBank Príncipe Pío se representa una versión moderna de 101 Dálmatas, la novela de Dodie Smith que en 1961 fue adaptada por Disney a una exitosa película de animación. Con la premisa de que siempre hay dos caras sobre una misma historia, en este original musical se pone en el centro de la narrativa a Cruella de Vil convertida ahora en una poderosa influencer, en la reina absoluta de las redes sociales hasta que ve tambalear su trono cuando su inseparable Anita arranca su propia aventura digital con sus perros. Este montaje para toda la familia, que tiene una duración de 90 minutos sin descanso, se erige como una reinterpretación audaz del cuento que, a ritmo de música urbana, nos transporta al despiadado juego de la fama y la importancia de los seguidores en la era actual.
Todos tenemos una película favorita de Disney y la mía es 101 Dálmatas así que os podéis imaginar mi emoción cuando me enteré de que el intrigante relato de Pongo y Perdita intentando rescatar a sus cachorros secuestrados por la villana Cruella de Vil saltaba aquí en la capital del ámbito de la literatura y el cine al teatro. En todos los largometrajes de la compañía de entretenimiento siempre se han producido innovaciones a nivel técnico o a nivel artístico, en el caso de la adaptación de la novela de Dodie Smith se trata de una cinta que tardó muchísimo en completarse, pero que recaudó 320 millones de dólares en cines con un presupuesto de 67 millones de dólares. Lo más curioso, más allá de que fue la primera en utilizar la técnica de la xerografía en el ámbito de la animación, es que rompe con los cuentos de hadas que tanto gustaban a Walt Disney (el último título estrenado antes de la llegada de los adorables perros con manchas había sido La bella durmiente) y se cuenta desde el punto de vista de los peludos, de hecho, si hacéis memoria, así arranca la producción con Pongo presentando a Roger.
Pese a mi ilusión inicial por esta nueva versión dirigida por José Félix Romero, lo cierto es que el espectáculo representado en la antigua estación del Norte supone un giro narrativo demasiado brusco al clásico que no convencerá a todo el público. Y es que la gracia de la película, por la que fue un triunfo en su día, es que los perros son los auténticos protagonistas mientras que en 101 dálmatas, the show solo sirven de gancho para atraer a los espectadores pues quedan en un segundo plano cediendo el brillo a Roger, Anita y, especialmente, a una particular Cruella de Vill como ya sucedió en 2021 en la película Cruella protagonizada por Emma Stone.
De todas formas, pese a que el guion no sea especialmente de mi agrado porque siento que la historia no avanza y que el final demuestra que los personajes no han aprendido nada, siendo puramente superficiales y en los que no se profundiza, la función merece ser vista por otros detalles como la puesta en escena que es espectacular (bravo David Pizarro y Roberto del Campo), con una coordinación de luces increíble a cargo de Ezequiel Nobili y con la animación del principio que tira de nostalgia y provoca una sonrisa instantánea.
Además, la coreografía es marcada desde el principio hasta el final (se nota que es un espectáculo muy rodado por la precisión de los movimientos, hasta el punto de que una maleta pasa a convertirse en una matrícula de coche en apenas segundos). ¡Lo hacen perfecto! Así que mi diez para el cuerpo de baile formado por Melissa Fucci, Lidia Carmona, Claudia Aranda, Lara Diaz Padrón, Sara Bonfill, Susana Blanco, Mary Villafaina, Pedro Dorta, Marc Codony, Aitor Benitez, Alejandro Viñas, Nicolás Sánchez, Alejandro Déniz y David Edo.

Asimismo, el nivel vocal del elenco es lo mejor que tiene este musical, destacando el talento como cantante de María Adamuz en el papel de Cruella de Vil y el carisma de Daniel Busquier y Ezequiel Rojo en los roles de Gaspar y Horacio. Ahora bien, la parte más llamativa y diferente del montaje es cuando aparecen las marionetas, los dálmatas que dan nombre a la función y que son obra de la artista visual germanoecuatoriana Valiana Areco. Sin duda, el musical El Rey León, que se representa en el Teatro Lope de Vega, ha creado hace más de una década una tendencia que funciona sobre las tablas, pues en este espectáculo los perros también cobran vida. Y no solo porque no les falta detalle en su confección sino porque transmiten en escena gran realismo en el movimiento. Tiene sentido ya que Pongo y Perdita han sido diseñados en dimensiones reales, respetando las proporciones de los dálmatas de pura raza. A medida que avanza la historia también veremos una docena de cachorros que replican con precisión los patrones de las patas y las principales posturas de los perros (sobre todo sentados y moviendo la cola). Sin embargo, como ya he subrayado, se echa en falta una mayor presencia de estos animales porque están todo el rato de fondo.
En resumen, 101 dálmatas, the show seduce porque es la historia de un personaje muy popular gracias a Disney y, utilizando la imaginería de la compañía estadounidense, sigue además las típicas fórmulas presentes en toda historia moderna: personaje femenino empoderado que se basta con su propia fuerza de voluntad para cumplir sus sueños, una malvada incomprendida que nos demuestra que se ha entendido mal su historia y que nos adentra en las consecuencias del precio de la fama en la era digital y canciones muy escuchadas y conocidas tanto en inglés como en español, por ejemplo, el tema A mi manera, que vibran con las excelentes coreografías.
101 dálmatas, the show se puede disfrutar hasta el 27 de abril. Las funciones están programadas para los sábados y domingos por la mañana, así que no hay excusa para perderse esta experiencia porque al tratarse de una representación matinal es quizás más fácil organizarse la jornada. Si bien hay buena visibilidad desde la mayoría de los asientos, os recomiendo que compréis para el patio de butacas. Si os sirve, yo he visto el espectáculo desde la fila 9 que es más amplia.
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