Entre la fama y la realidad
Con cuatro temporadas en el aire, la última estrenada el pasado 24 de enero en Prime Video, el docu-reality Pombo sigue manteniendo una excelente acogida hasta el punto de consolidar a la familia protagonista como una de las sagas más influyentes de las redes sociales en España actualmente. Los nuevos episodios estarán marcados por la celebración por todo lo alto del 30 cumpleaños de María y el nacimiento de las mellizas de Marta y Luis Zamalloa. Si bien la mayoría de los acontecimientos que se narran ya los hemos podido seguir en Instagram, esta nueva tanda de vivencias demuestra que las hermanas han encontrado una nueva forma de rentabilizar su fama contando su vida en formato documental como ya vienen haciendo otras influencers como Dulceida, Georgina o Tamara Falcó.
Siempre me ha provocado una gran curiosidad saber cómo viven las personas mediáticas, conocer cómo manejan la fama y el dinero. Quizás aquí se halle la respuesta de por qué me trago con tanto interés los episodios del docu-reality Pombo cuando la realidad es que este tipo de formato siempre esconde cierta trampa pues los espectadores lo vemos convencidos de que ofrecen una ventana a la vida privada de las celebridades, y aunque sí que es cierto que se genera una sensación de cercanía que nos lleva a humanizar a los famosos, la verdad es que con el piloto de una cámara encendido es imposible capturar la versión real de alguien. Sea o no personaje público. De hecho, en esta nueva tanda de episodios, en la que se vuelven a incluir momentos de tensión y giros inesperados, todavía se nota que falta algo de naturalidad entre los protagonistas, quizás conscientes de que su imagen, palabras o acciones pueden ser juzgadas, interpretadas o incluso difundidas en los medios de comunicación y redes sociales como ya está ocurriendo con algunas declaraciones puntuales como la de Víctor Pombo, Papín, confesando que pidió a su mujer que abortara cuando se quedó embarazada de Lucía.
Pese a que el docu-reality no logra transmitir completamente la autenticidad de los miembros de la familia, sí que nos traslada sus problemas, emociones y, en definitiva, las relaciones cotidianas entre ellos. Evidentemente, el hecho de que ya tengan una presencia tan fuerte en el mundo digital ha contribuido en este hype por descubrir su día a día en un formato más íntimo, fuera de las publicaciones perfectamente preparadas que vemos en Instagram o TikTok.
Sin perder de vista que estamos ante un docu-reality que muestra un estilo de vida que parece inalcanzable o, como poco, diferente al de muchos de los espectadores, hay que dejar este glamour a un lado para apreciar algunos momentos que atesoran mucha verdad y con los que todos nos podemos sentir en mayor o menor medida identificados porque los Pombo también lidian con sus propias preocupaciones. ¿Quién no ha reñido alguna vez con un hermano? ¡Si en todas las familias cuecen habas! ¿O quién no se ha preocupado por la salud de su abuela y le ha aterrado la idea de pensar en perderla? ¿O quién no ha sentido cierta presión social cuando llegas a una determinada edad y nos has tenido hijos como le sucede a Lucía en esta última temporada emitida?
En suma, Pombo es un docu-reality al que le auguro más temporadas por conseguir que conozcamos a sus protagonistas un poco más allá de su imagen pública. Y es que la familia al completo ha creado una especie de marca personal que genera tanto atracción como controversia (por ejemplo, la relativa al festival Suavefest en la que se habla en esta cuarta temporada). Aunque no hay que olvidar que María Pombo es la promotora de tanta atención mediática. Todo comenzó con ella y su trabajo como creadora de contenido hace ya más de una década.
Periodista versátil con experiencia en redacción, liderazgo y gestión de comunidades online, comprometida con la difusión de información relevante y la creación de contenido impactante