La unión por la supervivencia
El pasado 24 de enero aterrizó silenciosamente en algunas salas de cine, y por primera vez en España, Flow, un mundo que salvar. Un largometraje animado con doble nominación a los Oscar, en las categorías de “mejor película de animación” y “mejor película internacional”. Bajo la batuta de Gints Zilbalodis como director, animador y guionista, y con un sorprendente trabajo internacional por diferentes productoras de Letonia, Bélgica y Francia. Este grupo trinacional viene para narrarnos la historia de supervivencia de un entrañable gatito en un mundo postapocalíptico y la importancia del trabajo en equipo ante las adversidades de la vida. Una reminiscencia de La sociedad de la nieve o Lo imposible, pero edulcorada para todos los públicos y teniendo como protagonistas a unos simpáticos animales.
La película arranca con un plano secuencia que os clavará a la butaca desde el primer instante. Absorbido por nuestro protagonista, un gato con gran carisma y expresividad, y que nos mantiene en tensión mientras lo vemos moverse en su rutina diaria por sobrevivir. Hasta que ocurre un hecho que cambiará drásticamente su vida y la de todos los animales a su alrededor.
Flow, un mundo que salvar es, sea bueno o malo esto, la clásica película animada para festivales. Cumple con todos los requisitos para ello, a saber: una historia dramática, ausencia de diálogos y metáforas visuales que no se explican nunca y que fomentan esos pomposos debates a la salida del cine sobre “la crítica implícita”. Aunque esto en sí mismo refleje una forma de desacreditar la producción, no es mi intención hacerlo. Pues, a pesar de que no vaya a sorprender a nadie por su originalidad, a diferencia de tantas otras cintas o cortos animados que he visto en festivales, puedo asegurar que es entretenida.
La película no destaca especialmente por su apartado artístico ni técnico, a pesar de que lo pretende. En los tráileres escogen las mejores escenas para que vayamos al cine esperando ver algo similar al método del matte-painting (técnica de pintar por encima de los modelados en 3D de los personajes para dar ese estilo de pintura en movimiento) que vemos en Arcane, Spiderman: into de Spiderverse o Gato con Botas: El último deseo. Pero lo cierto es que, al momento de ver las primeras imágenes, me he dado cuenta de que lo que muestran se asemeja más a la apariencia visual de un videojuego con texturas. Esto se explica cuando descubráis que todo el renderizado de la película se realizó con un software creado por un motor gráfico de videojuegos. Y la verdad es que se nota bastante el estilo de videojuego. Varias animaciones se ven toscas y robóticas, que se hace especialmente patente con los personajes secundarios como los perros.
La historia posee puntos fuertes y débiles, como casi todas las películas. Pero Flow, un mundo que salvar basa toda su fuerza narrativa en los personajes. Un grupo simpático y muy variopinto de diferentes personalidades que se unen para apartar sus diferencias y aprender a trabajar en equipo. Esto es lo que mejor funciona y mantiene el interés de la cinta. A pesar del claro sentimentalismo, el largometraje logra potenciar lo que la animación mejor sabe hacer: expresar mediante imágenes.
Desgraciadamente y en mi opinión eso es todo lo bueno, pues el guion es lo más perezoso de la película. Cualquier parte de la narración se siente un poco gratuita y coja por su ausencia de explicación general, ¿Es una crítica sobre el ecologismo? ¿Una metáfora de la sociedad? ¿El purgatorio? ¿Es todo eso y nada a la vez? Soy de la opinión de que no todas las películas necesitan un mensaje, pero siento que Flow, un mundo que salvar lo intenta hacer y al intentarlo cae en el error de no aclarar nada. No porque todo necesite explicación, sino porque como nada lo tiene, siento la mano del guionista añadiendo tensión y rompiéndola cuando lo necesita. Y así, se pierde la magia.
Al igual que le ocurrió el año pasado a Robot Dreams, este tipo de película indie para festivales está funcionando sorprendentemente bien, con un gran éxito de crítica y público. Un público claramente cansado de tantas películas animadas que siguen sus propias fórmulas para mantener la atención de los niños en la pantalla y que reciben una historia de este estilo, más pausada e introspectiva, como un placentero soplo de aire fresco.
El hecho de que este tipo de películas animadas logren llegar a las salas de cine y se valoren no me puede producir más que satisfacción. Y saber que el público está hambriento de un medio tan denostado por la propia industria cinematográfica como es el de la animación, es una gran noticia. Algo está cambiando para bien cuando un estudio pequeño logra posicionarse por encima de los gigantes, con narraciones así. Terminaré mi critica invitándoos a verla y con un consejo de guion por parte de uno de los mejores contadores de historias de nuestra generación. Parafraseando al escritor Brandon Sanderson: “Siempre es mejor un guion mediocre, pero con buenos personajes, que un buen guion con personajes mediocres”. Y es por eso por lo que Flow, un mundo que salvar tocará los corazones de muchos al enamorarse de sus personajes acompañándolos por su camino en un viaje de supervivencia y aprendizaje.
2D Animator and Character Layout artist