Crítica: musical “Los Miserables”

Lucha por la libertad y la revolución

En el año 1832 en París (Francia) tuvo lugar la Rebelión de Junio, una revuelta postrevolución que buscaba derrocar a la monarquía en la que unos cuantos insurgentes organizaban barricadas para mostrar su descontento con el sistema. Unos años después, en 1862, el famoso poeta y escritor Víctor Hugo plasmó esta historia en su novela Los Miserables. Ya bien entrado el siglo XX, concretamente en 1985, se estrenó el musical con el mismo nombre en Londres, la ciudad europea por excelencia de este género teatral, y en 2025, coincidiendo con su cuarenta aniversario, ha llegado a Madrid la gran producción que muchos expertos la consideran como “el musical de los musicales” o el “mejor espectáculo de los últimos cincuenta años”. Para disfrutar del gran show podéis acudir al Teatro Nuevo Apolo (Plaza Tirso de Molina, 1).

El musical de Los Miserables sigue los pasos de Jean Valjean, un delincuente que rehace su vida tras escaparse de prisión e intenta redimirse con buenas acciones, como salvar la vida de la pequeña Cosette, hija de una pobre desgraciada, Fantine, cuya vida es consumida por la miseria. También conocemos a Marius, un noble comprometido con la revolución y los cambios sociales, y Éponine, una plebeya hija de unos taberneros de París, que está enamorada en secreto de Marius y le seguirá allá donde vaya. Por último, encontramos al antagonista, el inspector Javert, quien, en su incansable búsqueda de la justicia, perseguirá a Jean Valjean toda su vida.

Esta archiconocida obra que llega de la mano de ATG Entertainment, se ha traducido a 22 idiomas y ha sido vista por más de 130 millones de personas repartidas en 57 países. Se estrenó por primera vez en castellano en el año 1992 y en el 2010 se representó una versión protagonizada por el cantante y actor Daniel Diges conocido por haber representado a España en eurovisión, entre otros proyectos. En esta ocasión, aunque los actores no sean del renombre de su antecesor, dan perfectamente la talla en unos personajes tan exigentes. Así, Adrián Salzedo en el papel de Jean Valjean, Pitu Manubens en el de Javert, Teresa Ferrer en el de Fantine, Alèxia Pascual en el de Cosette o Quique Niza en el de Marius cumplen con creces recreando las vivencias y audacias de los protagonistas de esta emotiva e intensa historia.

Y es que uno de los platos fuertes del musical de Los Miserables son las míticas canciones que lo componen como Soñé una vida, Solo para mí, Sálvalo, La canción del pueblo o Sale el sol, entre otras, y aunque no conozcáis la historia en profundidad, seguro que pronto os sonarán todas estas pegadizas melodías que son de extendido conocimiento popular. Al contrario de lo que pecan muchos otros espectáculos del mismo género, Los Miserables ensambla a la perfección guion y canciones, de forma que la segunda se supedita a la primera sin que quede nada forzado y el montaje sea muy fluido. Es más, los temas os ayudarán a meteros de lleno en el relato que nos cuentan en vez de sacaros del mismo como sí sucede en muchas otras producciones.

Otros de los atractivos de este entrañable musical son el atrezzo y el vestuario de los personajes, con unos atuendos y vestidos de época muy logrados que os quitarán el hipo. Los decorados no se quedan atrás, siendo la mayoría de ellos reconstrucciones de exteriores y en el que, con pequeños elementos como el pavimiento de las aceras, dan totalmente el pego y os transportarán a las frías y oscuras calles parisinas de principios del siglo XIX. Uno de estos decorados que merece especial mención es de la reconstrucción de la barricada que es, sin duda, de los momentos más emblemáticos de la novela de Víctor Hugo.

De hecho, esta escena se os quedará marcada a fuego en la retina, además de por su atrezzo, por la fuerza dramática de lo que allí sucede, algo que se trasmite muy bien también gracias a los juegos de luces y unos efectos especiales que dejan con la boca abierta. Desde luego ha sido lo que más me ha asombrado de toda la obra, con instantes que me han recordado al famoso cuadro de Eugène Delacroix de La libertad guiando al pueblo (en el que una mujer enseñando los pechos en medio de los estragos de una batalla sostiene en alto una bandera de Francia). La acción está muy conseguida, impactando en el espectador y envolviéndole dentro de la historia, algo que es mucho más fácil que ocurra en el terreno audiovisual, pero que tiene gran mérito encima de un escenario de teatro.

Otro aspecto que captará vuestra atención del musical Los Miserables es la inclusión de niños como personajes con sus consecuentes jóvenes actores que le dan un toque de frescura a la función. Generarán momentos tiernos a la vez que servirán de desahogo cómico a un relato lleno de lucha, injusticias y sacrificio, pero que también es una invitación a la esperanza, la redención y el triunfo del amor por encima de todas las cosas.

Además de la escena de la barricada, los otros dos instantes del espectáculo que os dejarán de piedra serán los solos de los actores de Jean Valjean y Jabert demostrando ambos artistas sus mejores registros de voz.

Para finalizar, si debo ponerle alguna pega a esta increíble y poderosa producción sería quizá, el inicio, que me ha parecido con poca fuerza con respecto al conjunto de la obra. Va de menos a más, de eso no cabe duda, pero sí es cierto que a los espectadores que como yo no tuvieran muy fresca la historia escrita por Víctor Hugo se sentirán un poco perdidos durante los primeros veinte minutos de la función. Pero no os preocupéis porque después os acabaréis enganchando rápido a las andanzas de Fantine y compañía en el tiempo restante (dura en total, dos horas y cincuenta minutos más el descanso de veinte minutos). Espero, en cualquier caso, que los espectadores ávidos de musicales le den una pequeña oportunidad a Los Miserables ya que saldrá con muy buenas sensaciones del teatro.

Además, es muy probable que os sintáis animados de luchar por vuestros sueños y en contra de las injusticias, porque, aunque es una historia que se escribió hace ciento cincuenta años, los valores que trasmite seguirán vigentes siempre sin pasar nunca de moda. Así que, ¿os unís a la lucha por el cambio y la revolución?

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