Crónica: Huelva

Huelva marinera 

Hace cuatro años viajé a Huelva por primera vez. Hoy en día, me he recorrido casi toda la provincia y os puedo asegurar que tiene un encanto especial. El primer año, me sorprendió gratamente su gastronomía, su clima, su gente y sobre todo, la relación que tienen éstos con el mar. Huelva es una tierra de pescadores, los cuáles, se pasan el día fuera de sus hogares cumpliendo con sus labores. Desde pequeños muchos sueñan con ser marineros, con pasarse la vida navegando. Para una madrileña como yo que normalmente veranea en pueblos de montaña, Huelva se convirtió en el paraíso estival, ya que por unos días cambié los rascacielos de mi ciudad por las indescriptibles vistas que nos regala la naturaleza en este rinconcito del sur de España. Espero que disfrutéis con el repaso de los pueblos onubenses que he visitado en estos años.

Junto a Córdoba Granada, Sevilla, Cádiz, Jaén, Almería y Málaga, Huelva conforma Andalucía, la comunidad autónoma situada más al sur de España. Al igual que el resto de provincias andaluzas, Huelva destaca por su buen clima. En verano las temperaturas registradas en esta provincia suelen ser las más altas de la Península, no obstante, por las noches se produce una gran bajada de los termómetros. En invierno, las temperaturas son moderadas y los habitantes pueden presumir de un sol que se deja ver prácticamente todos los días de año. Así, cada uno de los lugares que he visitado desprendía una luminosidad muy propia del sur del país, regalando bonitas estampas del atardecer en estos blancos pueblos.

El primer lugar que tuve la oportunidad de visitar fue Ayamonte que se encuentra a pocos kilómetros del vecino país Portugal. Concretamente me alojé en Isla Canela, un pequeño barrio de este municipio que tiene unas excelentes playas. La que más me gustó fue la de Punta del Moral. Asimismo, en el centro del pueblo me llamó la atención que tuvieran un zoo gratuito en el que se podía observar a todos los animales en un entorno más o menos natural, muy bien cuidados y siempre bajo la atenta mirada del curioso público.

Esta barriada es de pescadores y por eso el “pescaíto frito” es uno de los platos más solicitados en los bares. Así, en este entorno marinero, los chocos o las coquinas se cuelan en las mesas de la mayoría de los comensales. A tan solo seis kilómetros de esta pedanía se encuentra Isla Cristina, que me llamó la atención principalmente por su faro blanco que se podía observar desde los pueblos cercanos.

El Rocío suele ser uno de los puntos más visitados de Huelva. Una vez allí, las vistas son preciosas ya que se puede observar el Parque Doñana que es un espacio natural protegido en el que conviven diversas especies animales, principalmente aves acuáticas que se pueden encontrar en las marismas que se forman. 

En Huelva, como en otras provincias andaluzas, la población suele ser muy devota. Se podría considerar El Rocío el epicentro de esta religiosidad. Y es que el fervor por la Virgen de El Rocío se hace patente en toda la provincia, pero en especial en esta aldea del municipio de Almonte. Aquí, cada año se celebra la Romería del Rocío que llega a congregar a más de un millón de personas. La Romería consiste en recorrer un camino a pie, caballo o carreta con el objetivo de llegar a las puertas de la ermita, donde las hermandades sacan a la Virgen en procesión para venerarla.

Otro de los municipios que me gustó mucho fue Punta Umbría. Me pareció bastante turístico y me encantó la playa de El Portil que está galardonada como Bandera Azul. De hecho, me pareció un lugar idóneo para realizar actividades acuáticas como kayak. Asimismo, Matalascañas, perteneciente a Almonte, es otro de los núcleos costeros en los que más disfruté. Lo considero un destino totalmente vacacional y muy bien ubicado en el enclave de Huelva.

En Palos de la Frontera se encuentra el Monasterio franciscano de la Rábida que fue construido en el siglo XV y que me pareció muy interesante porque conservan objetos relativos al Descubrimiento de América. Este municipio es mundialmente conocido porque de su puerto partieron las carabelas María, La Pinta y La Niña en 1492. De hecho, se ha creado un museo, El Muelle de las Carabelas con réplicas de los navíos en su honor. El municipio de Moguer también está asociado con el Descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón.

Asimismo, uno de los lugares más emblemáticos que visité aquí fue la casa natal de Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura que seguro que muchos conoceréis por su obra “Platero y yo”. Entre Palos de la Frontera y Moguer se ubica Mazagón en la que se pueden realizar rutas ecuestres por la playa y por el entorno natural que os aseguro que se convierte realmente en una experiencia inolvidable.

En la costa de la Luz también está ubicado el famoso pueblo de Lepe. Y digo famoso, porque desde pequeña a mí me habían contado muchísimos chistes de los ciudadanos leperos. El pueblo en sí me gustó mucho. Tiene más de veinte kilómetros de playa y está el término urbano que destaca por sus iglesias, varias declaradas monumento histórico-artístico. Un núcleo de menor tamaño de Lepe es Islantillacuya playa también es catalogada con Bandera Azul.

También quería destacar las Minas de Riotinto que sin duda me llamaron mucho la atención. El desarrollo minero se produjo en época de romanos y desde entonces no ha parado su explotación. No hay que olvidar que por Huelva discurre el Río Tinto que es conocido por el color rojizo de sus aguas producido por el hierro disuelto en ellas.

Lo último que visité de Huelva antes de mi regreso a la capital fue Aracena, ubicada precisamente en la Sierra de Aracena que forma parte de Sierra Morena. Este municipio destaca por la explotación económica los Picos de Aroche que atraen anualmente a cientos de turistas así como de la Gruta de las Maravillas en las que se pueden observar estalactitas y estalagmitas, entre otras formaciones.

Como se ha podido comprobar en esta crónica son muchos los pueblos que conforman Huelva, pueblos con una tradición propia que merece la pena ser conocida. Considero que cada lugar tiene su encanto y en este caso yo lo he encontrado no sólo en sus monumentos o en su historia si no en su gente que es muy hospitalaria y están orgullosos de ser andaluces, pero sobre todo, de ser onubenses. Una vez visitada esta tierra marinera creo que les empiezo a entender.

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