Celebrar la vida es agradecer cada instante
A pesar de las críticas que Paz Padilla frecuentemente se gana en las redes sociales por sus salidas de tono en “Sálvame”, es una presentadora muy querida por el público. Un cariño que he percibido a través de los aplausos constantes durante una de las funciones de “El humor de mi vida”, obra autobiográfica basada en el exitoso libro del mismo título que representa en el Teatro EDP Gran Vía. Durante aproximadamente 100 minutos la gaditana despliega su gracia sobre las tablas, haciendo un recorrido por el amor, la vida y la muerte mientras nos subraya la importancia de celebrar la vida agradeciendo cada instante y manteniendo el humor a cada paso. Un título con el que la andaluza desnuda sus sentimientos y comparte desde el corazón su reciente experiencia de duelo por la muerte de su marido Antonio Juan Vidal.
“El humor de mi vida” es una obra especial que te hace reír tanto como llorar, que te mueve el alma y que te provoca un remolino de sensaciones. Pero, sobre todo, es una función que transmite la verdadera esencia de Paz Padilla quien en el último año ha sido capaz de alumbrar sus peores momentos. De tal forma que la gaditana se ha erigido como un ejemplo de superación tras perder el 19 de julio de 2020 al gran amor de su vida, Antonio Juan Vidal, que falleció a los 53 años víctima de un tumor cerebral. Un duro golpe de la vida que a la también presentadora de la segunda edición de “La última cena” le sobrevino apenas unos meses después de perder a su madre Lola a los 91 años.
A pesar de la doble desgracia, la incombustible artista ha dado una auténtica clase de cómo vivir la muerte de un ser querido. Y es que la andaluza no solo intentó mantenerse positiva durante la enfermedad de su marido, procurando que el día a día de su pareja (dentro de la pena y el dolor) fuera mejor sino que tras su fallecimiento ha hecho un admirable trabajo personal para aceptar la pérdida del hombre que le conquistó cuando apenas tenía 14 años.
La representación, dirigida por Pablo Barrera, resulta efectiva principalmente porque aborda una historia real, es decir, conecta con los espectadores desde el minuto uno porque Paz Padilla transmite sin necesidad de artificios su pasado y su presente. Tan humilde y sencilla, la cómica hurga en su montaña rusa de emociones consiguiendo que la función se sienta como una lección de vida y de humor descarado. De esta modo, la gaditana hace una transición muy orgánica, provocando que en un abrir y cerrar de ojos los espectadores pasemos del nudo en la garganta a las lágrimas de risa.
Durante más de hora y media, Paz Padilla consigue mantener la atención del público ella sola. Sin distracciones, únicamente la acompaña Juan Fernández de Valderrama (de Materia Prima) a la guitarra. Pero la de Cádiz llena los minutos con su voz y la verdad del mensaje que transmite. O sea, la clave de que “El humor de mi vida” brille no reside en la escenografía, ni siquiera en la gran actuación de la protagonista, sino en la fuerza del monólogo y la lectura que se puede extraer de cada palabra. Yo, por ejemplo, me quedo con la reflexión de la madre de la cómica, Lola, acerca de que la vida es como el mar: a veces te trae lubina y, otras veces, chapapote.
Así pues gusta ver a Paz Padilla como es ella, sin fingimientos. Creo que el teatro es más su medio y no tanto la televisión porque sobre las tablas (como también ocurrió previamente en “Sofocos” y “Desatadas”) se puede mostrar realmente como es ella y, en este caso, abordar la muerte sin tabúes y sin pelos en la lengua. Al menos no da la impresión de ver a una actriz actuando sino a una mujer que, por la cercanía que ofrece en escena, parece que cuenta a unos cuantos amigos su bonita historia de amor con el abogado y, en última instancia, lo que es la vida con sus luces y sus sombras. Por consiguiente, el punto fuerte de la obra es la manera de contar cada detalle de forma muy autentica. Si bien la presentadora expone una realidad muy dura que pone un nudo en la garganta a los asistentes, no deja a nadie regodearse en la tristeza porque justo cuando van a asomar las lágrimas ella las cambia por una sonrisa. Y justo así nos hace sentir lo que siente ella…un dolor y un abatimiento con los que tiene que seguir riendo.
Aunque he visto que a Paz Padilla le han llovido las críticas por difundir un vídeo en su perfil de Instagram en el que aparece el teatro atestado de espectadores el pasado sábado, cuando todavía la pandemia de coronavirus sigue causando estragos, quiero resaltar que hay una butaca libre entre cada núcleo de acompañantes. Es decir, en el EDP Gran Vía se respeta la distancia social, los asistentes acuden con mascarilla y se abandonan las butacas de forma ordenada.
“El humor de mi vida”, en cartelera hasta el 5 de septiembre, es una obra que te deja con tan buen sabor de boca que incluso te dan ganas de comprar otra vez las entradas para disfrutar nuevamente del humor negro de Paz Padilla.
Periodista versátil con experiencia en redacción, liderazgo y gestión de comunidades online, comprometida con la difusión de información relevante y la creación de contenido impactante
Esto me gusta que sea una historia real y estar de buen humor con varios de los relatos
Teatro sin ninguna entrada libre, tenia dudas… pero en el minuto uno se disiparon. Genial Paz, esta en su salsa, ameno, divertido con momentos de música a la guitarra de Juan y con una Paz que se atreve a cantar y que no defrauda. Momentos tristes que en un segundo da un giro y vuelves a reír. La recomiendo