Mi experiencia viviendo en otro país: Mitos y verdades sobre Canadá
El pasado abril comenzó mi aventura por Canadá, siendo la primera vez que cogía un vuelo internacional y, además, sola. Y, aunque no os voy a negar que fui un manojo de nervios durante todo el trayecto, conseguí llegar sana y salva y con menos problemas de los que yo me creaba en mi cabeza. Con un inglés nivel intermedio real y un miedo atroz a hablarlo (como les pasa a muchos de mis compatriotas), emprendí mi viaje precisamente para mejorar el idioma y soltarme en un país del que había escuchado mayoritariamente bondades de sus gentes, su cultura o sus paisajes. Si bien como yo os estáis planteando emigrar en busca de mejores condiciones laborales o simplemente os gusta viajar y os pica la curiosidad por conocer mas a fondo el lugar, os invito a adentraros en mi particular experiencia por Canadá. ¡Allá vamos!
Lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en un país tan diferente a España como Canadá es una imagen completamente nevada, con lagos congelados y gente patinando sobre ellos alegremente tapados hasta las cejas. Pero seguramente si tú le preguntas a un canadiense cual es su visión de España te responderá que nos pasamos la vida en la playa tomando el sol o bailando sevillanas y tocando la guitarra y ya sabemos cuán hay de cierto en todo esto: en lo primero sí, pero solo en verano, y de lo segundo a poca gente conocerás que sepa hacer una de las dos cosas. Pues en Canadá ocurre un poco de lo mismo, su invierno es duro, pero el resto del año tienen temperaturas más suaves llegando a rozar los 30 grados en verano en las zonas costeras y del sur que, por otro lado, son las más habitadas del país.
Poseen cuatro estaciones al igual que nosotros en España, solo que su verano es más suave y creedme que se agradece mucho. Su invierno es más duro y en otoño y en primavera hace más frío, pero como nos ocurre a nosotros en febrero que solemos tener una temperatura más o menos llevadera. La diferencia es que en Canadá se les extiende hasta mayo, mes en el que España ya nos estamos achicharrando con las primeras subidas excesivas del termómetro. Hago bastante hincapié en este apartado ya que a mi vuelta mis allegados no han parado de preguntarme si había pasado mucho frío y la respuesta es un rotundo no. Han sido unos meses más fríos de lo normal para mí, pero muy agradables a cambio, así que, si os disponéis a viajar este verano a las principales áreas metropolitanas de Canadá que están en el sur, llevaos alguna chaquetita, pero también ropa fresca porque si no pasareis calor y os tocará comprarla allí.
En mi caso personal donde pasé la mayor parte del tiempo fue en Vancouver, una ciudad a la que comparo mucho con Valencia, pues no se trata ni de Toronto ni de Montreal, que vendrían siendo, salvando las distancias, una especie de Madrid y Barcelona. Vancouver es bastante vanguardista y transgresora, una ciudad que lo tiene todo, pero a su vez no es muy grande siendo bastante cómoda para vivir. Elegí esa ciudad, aparte de porque conocía a gente allí, por ser conocida como “El Hollywood del Norte” dado la cantidad de rodajes que se llevan a cabo allí, algo que como amante del cine y la series me atrajo bastaste. Eso sí, es justo reseñar que me llevé un poco una decepción pues en la práctica no eres apenas consciente de que estén rodando nada, más allá de alguna grabación puntual que vi de pasada en una calle.
Pero más allá de mi deseo posiblemente ingenuo y utópico (qué creía, ¿qué iba a ver rodajes por doquier en cada esquina?), se trata de una buena ciudad para vivir ya que cuenta con un gran pulmón verde en el centro como es el Stanley Park, que, aunque le llamen parque, en realidad es una zona de bosque protegido, el más grande dentro de una ciudad en Canadá y uno de los más grandes de Norteamérica. Además, posee muchas playas de fácil acceso, edificios altos enteros de cristal de corte modernista y cosmopolita en la zona financiera, un área centro (conocida en inglés como Downtown) más antigua y turística llena de bares y tiendas pintorescas, lagos y la parte de la universidad llamada UBC (University of British Columbia que es el nombre de la provincia a la que pertenece Vancouver) muy bonita con muchos jardines y extensiones verdes perfectas para perderse por allí.
En cambio, como aspecto negativo destacaría que los museos de historia y arte, que son los que más le gustan a una servidora, se quedan algo escasos al lado de los museos europeos a los que estamos más acostumbrados a ver, con precios un poco elevados para su corta duración ya que la mayoría se recorren en una hora siendo generosos a paso calmado.Destaca el Science World con un diseño de bola por edificio muy peculiar y que llama la atención. Mucha gente me achacaba este inconveniente a la corta historia de la ciudad de menos de 150 años, pues es a partir de 1886 cuando se pueden considerar los orígenes actuales tras un gran incendio que arrasó la anterior Vancouver de no muchos más años de vida. Y aunque es una excusa más o menos aceptable, creo que no son su punto fuerte y que también poseen otra mentalidad con respecto a Europa frente a este tipo de instituciones.
Ya que he mencionado el tema de los precios me parece un buen punto por el que continuar. Ciertamente, es sabido por el grueso de la sociedad que países como Canadá son más caros y es cierto, aunque con matices. El precio medio de los museos a los que yo fui fue de unos 20 dólares canadienses, y la entrada para el Science World llega hasta los 33 dólares para los adultos. Si hacemos ahora los cálculos al cambio en euros se nos quedan los 20 dólares en unos 13,80 aproximadamente (dado que el cambio es algo que varía un pelín cada día), y los 33 dólares del Science World se nos quedaría en unos 23 euros. Por poner un ejemplo similar, el Oceanográfic de Valencia cuesta la friolera de 38,5 euros, pero es cierto que es un complejo museístico más completo y que solo el museo en sí baja hasta los 8,70 euros.
Pero entonces nos topamos con otro asunto a tener en cuenta y es que, aunque puede que a nosotros como extranjeros nos parezca un poco caro, para ellos no lo es tanto dado que el nivel de los salarios es también más alto, así que compensa bastante. Pasa con el resto de cosas, si venís con vuestros ahorros o vuestro salario español os sorprenderá el precio de absolutamente todo, en especial de los supermercados y aún más de los bares, pero especialmente en estos últimos tienes que sopesar tres condicionantes (sí, es tan agotador como suena): para empezar, como habréis podido deducir, el dólar canadiense tiene un valor menor que el del euro por lo tanto al cambio el euro siempre va a ser menos, dato que en muchas ocasiones se olvida. Un ejemplo: una hamburguesa con patatas que vale unos 18 dólares parecerá de primeras algo cara, pero si haces los cálculos son 12,4 euros y ya cambia la visión. Pero no queda ahí, porque los precios siempre vienen sin lo que nosotros conocemos como I.V.A., es decir, los impuestos propios de los productos, que, salvo la comida no precocinada comprada del súper, como verduras, huevos, frutas, hortalizas, carnes, etc., tienes que añadírselo a posteriori siendo en Columbia Británica un 12 por ciento del precio.
Y aún por encima en los bares hay que sumarle otra cantidad en aquellos en los que te sirven la comida en mesa pagar un tanto por ciento de propinas que no suele ser menor del 10 por ciento del total del importe, en algunos sitios incluso del 12. Es una norma de obligado cumplimiento (no te dan la opción directamente de no hacerlo y es inconcebible). Y esperad que queda el plato fuerte: se supone que este 10 o 12 por ciento solo lo dejas en caso de que la atención del camarero de turno no te haya gustado, de haberlo hecho deberías dejar entre un 20 y un 30 por ciento…aunque esto último era demasiado para mí ya. ¿Qué? ¿cómo os quedáis?
Como podéis comprobar, la mentalidad de los canadienses es muy distinta a la nuestra en muchos aspectos y mayoritariamente para bien. El tema propinas nos puede llamar la atención, pero con lo que cobran allí unos dólares más para el camarero no les va a suponer demasiada diferencia. Desde luego, lo que más me ha gustado es la educación de la gente y su entrega cumpliendo las normas. Yo vivía en una urbanización donde en cada casa había un perro, pero os puedo asegurar que no veríais ni una caca por las calles porque absolutamente todo el mundo las recoge, algo que en España todavía está en proceso de implantarse como responsabilidad de los ciudadanos con mascotas pues el “si no me ha visto nadie” sigue imperando. Y así con todo, en el super la palabra “sorry” la escuchabas por todos lados ante el menor atisbo de estar cortándole el paso a alguien o si ponía un cartel de “no pasar por aquí” creedme que no hace falta seguridad ni nadie que controle, los ciudadanos cumplen a rajatabla. En fin, sociedades que nos llevan años luz de ventaja.
Lo que sí ha pasado en este país al igual que en España ha sido el tema de la subida abismal del alquiler de la vivienda, estando los precios por las nubes y habiendo poca oferta. En mi caso tuve la suerte de encontrar una casa gratis por medio del fenómeno House sitting, que es una plataforma que se usa en los países anglosajones donde gente que se va de vacaciones deja su casa totalmente gratis a cambio de que se la cuides y le cuides a la mascota de turno, mayoritariamente perros dado que necesitan más atención por los paseos. Algo que en España sería muy difícil que se implantara dada la desconfianza mayoritaria de la población, por lo que se afianza mi teoría de que nos llevan la delantera en muchos aspectos. Y creedme que nadie roba ni abusa de la confianza de los dueños, sino que se trata más bien de un intercambio de favores del que todo el mundo sale beneficiado.
En definitiva, Canadá es un buen país tanto para visitar como para vivir. Si vais a viajar por allí, la primera recomendación para aquellos que solo lo pisen durante un puñado de días es que no os quedéis en las ciudades mucho tiempo y salgáis a la naturaleza que es el verdadero fuerte del país Algunos parajes naturales son de ensueño y más propios de películas de ciencia ficción como es el ejemplo de las montañas conocidas como Rockieso Montañas Rocosas. La segunda, algo más negativa, es que no tengáis muchas esperanzas con la comida del súper, sobre todo en lo referente a frutas y verduras porque no tienen nada que ver con la que comemos en España en cuanto a calidad de sabor. Hasta la leche sabe diferente.En cambio, la carne, sobre todo de ternera y en especial las hamburguesas, incluidas las más básicas de cadenas de fast food conocidas por todos como las del Burger King, notaréis que son de una calidad superior a las que comemos en España, y si la coméis en algún restaurante un poco más gourmet, todavía lo apreciaréis más. Para los amantes de la carne como yo os diré que es toda una delicatesen, de lo más típico de ahí ya que quitando algún plato en particular como el Poutine (lo cual, no debéis dejar de probar), no poseen un tipo de comida propia como tal.
Por último, os invito a probar comidas de otras culturas cuya presencia en Canadá son bastante notorias, como la hindú, la coreana o la tailandesa por citar tres ejemplos y los restaurantes especializados en sushi también destacan, además de por su precio bastante económico, por su rico sabor que incluso a mí que no soy demasiado partidaria de este tipo de cocina, me llegó a conquistar. Pero, sin duda, lo que más os aconsejo es que al menos una vez en la vida debéis visitar este interesante país que sorprende más que defrauda, con gente encantadoramente amable y educada y que posee muchas virtudes desconocidas para el gran público, ¿a qué esperáis para descubrirlas?
Periodista multidisciplinar dedicada a contar historias con precisión y compromiso en el mundo del periodismo contemporáneo.