Crónica: crucero MSC

Otro sueño cumplido

Si queréis daros un buen capricho antes de que 2023 llegue a su fin, os recomiendo que reservéis un crucero marítimo. Desde hace algún tiempo hasta ahora, esta forma de hacer turismo ha aumentado exponencialmente con respecto a las vacaciones en tierra y, según mi revitalizante experiencia con la compañía MSC, merece la pena gastarse el dinero en un pintoresco trayecto en barco pues permite recorrer de forma cómoda más de un destino durante el viaje y, además, ofrece un entretenimiento infinito a bordo donde, todo sea dicho, os sentiréis ampliamente mimados por la tripulación. Concretamente yo he cumplido uno de mis grandes sueños (de esos que te propones disfrutar al menos una vez en la vida) en el Seashore y ha resultado una aventura realmente inolvidable.

Viajes El Corte Inglés se ha encargado como otras veces de la organización de mi viaje, recomendándome el MSC Seashore para esta primera experiencia en alta mar pues está equipado con tecnología de vanguardia hasta el punto de que se trata del primer barco del mundo en contar con un nuevo sistema de saneamiento del aire (Safe Air). A excepción de que deseéis una cabina de unas características específicas, os aconsejo que apostéis por las garantizadas. El número de la habitación es asignado por la compañía naviera, pudiéndoos ofrecer un camarote de categoría superior a la originalmente reservada sin cargo adicional como ha sido mi caso con un cuarto muy amplio con balcón, con una cama de matrimonio súper mullida y hasta con una televisión de plasma interactiva (muy importante visualizar el vídeo con las indicaciones en caso de emergencia)

Asimismo, os sugiero que contratéis el paquete Todo Incluido Easy que incluye consumo ilimitado de cerveza de barril, cócteles sin alcohol, selección de licores, selección de vinos de la casa por copa, refrescos y zumos en vaso, agua mineral embotellada y bebidas calientes (café, té e infusiones). Os aseguro que amortizareis esta opción que, todo sea dicho, es válida para buffet, bares y restaurantes excepto en los de especialidades. Previo al embarque también os animo a que contratéis la conexión vía WiFi, sobre todo para manteneros en contacto con vuestros seres queridos el día de alta mar. Por si os sirve, yo he solicitado el paquete Browse para un dispositivo que permite intercambiar mensajes en aplicaciones de mensajería como WhatsApp, navegar por Internet y envía correos electrónicos durante todo el crucero sin límite de datos.

Embarcar por primera vez en un buque de estas características es asombroso y muy especial, de esos instantes que recuerdas para siempre pues te inundan las mariposas en el estómago a medida que descubres la inmensidad de las áreas de entretenimiento. No le falta detalle, es imposible aburrirse porque posee restaurantes (¡riquísima sobre todo la comida de carta por la noche!), tiendas, un casino abierto hasta la madrugada, varias piscinas, un gimnasio con máquinas Technogym así como un teatro donde se representan espectáculos muy diversos. Para no perderse nada (a mí me ha tocado una joya en un sorteo organizado por la firma Effy) hay que leer con atención el folleto informativo que entregan en cada habitación o descargarse la aplicación de la naviera donde informan diariamente de las actividades de entretenimiento disponibles, los juegos, las competiciones, las noches temáticas programadas o la música en vivo. 

Si bien se puede pasar una semana sin pisar tierra por la diversión continua a bordo, lo cierto es que tiene un encanto especial conocer cada día una nueva ciudad. Despedir un destino cuando cae el sol y despertar en otro al siguiente amanecer es muy emocionante, de veras. Eso sí, bajo mi punto de vista es mejor seleccionar las excursiones antes de iniciar la travesía, pero de todos modos hay varios stands in situ para quienes viven su crucero impulsivamente. 

Evidentemente quienes vivimos en Madrid tenemos que trasladarnos al puerto en autocares. Concretamente a Valencia en el inicio de mi crucero por el mar Mediterráneo. Ahora bien, la primera gran parada fuera de nuestras fronteras es Marsella (Francia) donde primeramente he conocido la ciudad en autobús para posteriormente visitar a pie el centro y algunos de los monumentos más destacados como la Basílica de Notre-Dame de la Garde, que se yergue en lo alto de una colina, o el Palacio de Longchamps.

Cada excursión ha sido diferente pues para conocer el centro histórico de Génova (Italia) previamente hay que realizar un breve trayecto en ferry hasta tomar la Piazza Caricamento como punto de partida antes de pasear por el puerto viejo y admirar el exterior de la Catedral de San Lorenzo. Y es que el interior no ha sido posible debido a que no llevaba ropa apropiada para visitar lugares religiosos. Claro que si hay algo que me ha gustado especialmente ha sido degustar la bruschetta y la focaccia, típicas de la capital de la región de la Liguria. ¡Riquísimas!

De entre todas las ciudades visitadas durante el crucero, Roma ha sido la joya de la corona y se ha notado en el trasiego de pasajeros. Sin embargo, como hace algunos años ya tuve la oportunidad de empaparme de su historia recorriendo algunas de sus calles principales por las que el tiempo parece haberse parado hace siglos, he preferido redescubrir sus monumentos a mi aire así que únicamente he contratado un trayecto en autocar de aproximadamente hora y media, pero sin guía. Obviamente, contar con alguien (sobre todo si es oriundo del sitio en cuestión) que te explique los principales lugares de interés es un puntazo. Sin embargo, me ha emocionado explorar la capital de Italia por mi cuenta, contemplando desde fuera el Coliseo (¡todavía me sorprende que se celebraran en su interior encarnizadas luchas entre gladiadores!), el Foro Romano, el Panteón, que por cierto es un antiguo templo levantado en honor a siete importantes deidades romanas -el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Venus, Júpiter y Saturno-, o la Fontana di Trevi donde, por supuesto, he seguido la tradición de lanzar monedas al agua de la fuente. Asimismo, caminar al vecino Estado del Vaticano me ha traído muchos recuerdos, mayormente al fotografiar de nuevo la Plaza de San Pedro.

Por otra parte, de Palermo -capital de la región autónoma de Sicilia-lo que más me ha llamado la atención es la fachada del Teatro Massimo así como la catedral que es una fusión de los estilos arquitectónicos normando y árabe. Igualmente, me ha encantado atravesar uno de sus mercados locales y conocer sus productos típicos, así como hacer las tradicionales compras de turista antes de regresar al barco. Exactamente he adquirido una piña de pino siciliano que es símbolo de fertilidad, prosperidad y abundancia.

Por último, de regreso a España, el barco ha atracado en Ibiza donde mi acompañante y yo teníamos reservada la excursión Toma un selfie que ha consistido básicamente en un tour en autocar para realizar fotografías en algunos de los destinos más míticos de la isla balear como la mística Es Vedrá, la Cala Compte, Las Salinas y Sa Caleta. En definitiva, viajar en crucero es fabuloso, solo tenéis que deshacer las maletas una vez y tomaros las mejores vacaciones.

 

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