Con ustedes: Don Carnal
En estos días, en muchas ciudades del mundo se celebra el Carnaval. En teoría, se trata de una fiesta que celebra el comienzo de la Cuaresma cristiana, pero ¿cuál es el origen de esta fiesta? Resulta curioso pensar que preceda a una celebración religiosa, ya que se trata de una fiesta pagana, en sus raíces, que se basa en el desenfreno y la diversión, antes de un período más decoroso. Así, se supone que se utilizan las máscaras para que no se conozca el rostro del supuesto “pecador”, ya que en esta época está permitido realizar actos poco “religiosos” y transgredir los convencionalismos sociales. De hecho, en algún tiempo fue prohibido, durante la época de Carlos I y el reinado de Felipe II. No fue hasta el mandato de Felipe IV cuando se restauró esta festividad que ya se practicaba en la época de los Reyes Católicos, cuando el motivo del disfraz era gastar bromas.
Hay muchas teorías sobre el origen del Carnaval. Algunas hipótesis señalan que ya celebraban fiestas similares egipcios y sumerios hace más de 5.000 años. Esta tradición también llegó hasta la Época Clásica, en las celebraciones a favor de Dionisos en Grecia y de Baco en Roma, de éstas procede el nombre de bacanales, en las que todo estaba permitido y los comportamientos lascivos eran comunes. Así, las máscaras actuales también tienen su origen en las fiestas de Cibeles y Baco, en donde la fiesta duraba durante varios días y los esclavos era en la única en la que podían participar. En referencia a la Antigua Roma, mezclada con la hipótesis anterior, hay fuentes que apuntan a que esta tradición procede de la veneración a Momo, la representación de la burla y el sarcasmo, en la que sus seguidores recorrían la población por la noche portando antorchas encendidas, enmascarados, con coronas de flores y cantando mientras tocaban distintos instrumentos, una conmemoración similar a la que se hace actualmente. Otra de las explicaciones consiste en que se realizaban grandes fiestas con mucha comida, ya que a partir de esta fecha comenzaba a hacer una temperatura más cálida y algunos alimentos no podrían conservarse frescos mucho más tiempo.
Normalmente, el Carnaval se celebra en los países de tradición cristiana, aunque tiene poco de fiesta religiosa, da comienzo a los cuarenta días que preceden, para los católicos, al Domingo de Resurrección. Esta es la explicación más extendida para esta celebración, aunque en ocasiones no la lleven a cabo los cristianos, sino que esto sirve como excusa para disfrutar en un ambiente desenfadado y festivo, olvidar los problemas, que en estos tiempos que corren son muchos, aunque sea por unas horas o unos días. A pesar de que sea una festividad alegre, este año en algunas cabalgatas, como la de Fuenlabrada, se han podido apreciar comparsas no tan festivas que reivindicaban la sanidad pública o se mostraban en contra de los recortes, una temática social que ya se ha dado durante mucho tiempo en las chirigotas, pero que otros años no se ha visto tan explícitamente y de forma tan manifiesta en la cabalgata de esta ciudad. Esto demuestra la situación que vivimos, en la que cualquier evento es apto, sobre todo si es muy concurrido, para intentar cambiar la tendencia hacia la que está derivando esta sensación de distorsión social, que, de momento, no tiene vistas de cambiar, aunque lo hará con esperanza, buena voluntad y la unión de los ciudadanos contra lo que parece injusto.
Resulta triste que incluso en estas fiestas se traten estos temas, ya que deberían ser sinónimo de alegría y felicidad, pero en cierta manera, forma parte de la realidad que no se puede ignorar. Por ello, estas fiestas resultan un tanto agridulces, esperemos que en los próximos años estas reivindicaciones no se produzcan, porque ya no sean necesarias y no porque las hayan prohibido. No aparecerán, porque la situación habrá mejorado y la alegría inundará las calles.
Periodista especializada en comunicación, cultura y gastronomía.