Habemus Papam
La fumata por fin salió blanca del tejado de la Capilla Sixtina a las siete y seis minutos de la tarde de ayer. Después de dos días reunidos, los 115 cardenales lograron llegar a un acuerdo sobre el nombre del nuevo pontífice. El elegido fue el argentino Jorge Mario Bergoglio, aunque será recordado como el Papa Francisco. Un nombre que ha escogido, supuestamente, en honor a Francisco de Asís, aunque hay medios que afirman que su elección también se puede deber a Francisco Javier, miembro de la Compañía de Jesús a la que pertenece el nuevo Papa. Un nuevo Pontífice que no se parece en nada a su antecesor y que ha llegado como una nueva esperanza para la Iglesia Católica, ya que las palabras que brinda a los medios de comunicación son aperturistas y con aires de cambio.
Se trata del arzobispo jesuita de Buenos Aires, aunque a partir del día de ayer ha dejado este cargo para ocupar el de Sumo Pontífice. Se podría decir que el Papa 266 de la Iglesia Católica es pionero, ya que nunca había sido elegido un religioso del continente americano. Esto resulta bastante curioso, dado que más de la mitad de los católicos viven en esta parte del mundo.
Bergoglio nació hace 76 años en el barrio de Flores en la capital de Argentina. Sus convecinos al conocer la noticia de su elección no han dudado en destacar su carácter humilde. Un adjetivo que concordaría con la referencia a San Francisco de Asís, ya que este santo destacó por su austeridad y se considera el santo de los pobres. En caso de que haya sido por San Francisco Javier, se trataría del patrono de las misiones y la juventud. En este último caso, podría significar un toque de atención para que muchos jóvenes recuperen la fe.
Sólo el tiempo dirá qué repercusión tendrá el nuevo Sumo Pontífice. Por lo pronto, se tiene que enfrentar a varios problemas como la filtración de documentos privados del Papa o las acusaciones de abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica. Temas muy delicados y con un gran debate público.
Habrá que confiar en que Francisco juzgue de forma justa y consecuente delitos graves, como son los supuestos abusos sexuales, ya que estas aberraciones no deberían quedar impunes y se deberían castigar de forma severa. De lo contrario, la Iglesia seguirá perdiendo fieles y cada vez contará con menos credibilidad.
Periodista especializada en comunicación, cultura y gastronomía.