“Me dejo llevar y me dejo sentir”
Una fotografía especial, ésta fue la causa por la que Soledad Delgado Moracho, cuya rúbrica es Sol Moracho, comenzó a descubrir el mundo de la fotografía y a apasionarse por él. Sus imágenes muestran el idioma de la memoria, el que tienen las paredes que ella inmortaliza con su cámara. Cada una de ellas tiene mucho que contar, ya que no puede ser igual una pared que ha sido testigo de alegrías que una que lo haya sido de momentos tristes. Junto a estas fotografías, incluye emotivos textos escritos por ella que a veces tienen que ver con las imágenes, y otras no, aunque todas están relacionadas, porque forman parte de un paseo, no solo por las ciudades que retrata, sino también por los sentidos. Estas historias trasladan al público a mundos recónditos que contribuyen a explorar su lado más profundo.
La entrevista se produjo un mediodía muy soleado de marzo en el Café La Invierna en una céntrica calle de Leganés (Madrid) donde Sol Moracho estaba exponiendo sus obras. Antes de que la grabadora comenzara a realizar su función, se produjo una interesante charla sobre el punto de vista de esta talentosa fotógrafa en relación con el arte y la sociedad que nos rodea. Sus palabras nos hicieron reflexionar y nos dejó descubrir una forma de ver la vida muy especial. La entrevistada se mostró en todo momento muy participativa y dispuesta a abrirnos una parte de sus emociones y pensamientos, tal y como se puede apreciar en sus interesantes respuestas.
Esta artista, el pasado mes de febrero, expuso en el centro cultural Tomás y Valiente de Fuenlabrada sus fotografías y relatos. Estos últimos, se podían escuchar a través de reproductores de audio e incluso se daba la opción de descargarlos en los dispositivos móviles. En cada uno de ellos, era la propia voz de Sol la que contaba la historia, transmitiendo un torrente de emociones al público. Los trocitos de realidad que se aprecian en sus fotos desprenden mucho más que lo que se ve a simple vista si se mantiene la mente abierta. Sol se considera nueva a la hora de realizar exposiciones e incluso nos confesó que le daba un poco de pudor, sin embargo esta experiencia le ayuda a crecer como persona y como mujer. Así, hoy, 24 de abril, comienza una nueva exposición conjunta con la pintora Natha Piña en la Biblioteca María Zambrano de la Universidad Complutense de Madrid, un nuevo proyecto que la emociona y que seguro que cautivará a todos los asistentes.
P: ¿Cómo comenzó tu pasión por la fotografía?
R: A mí siempre me ha gustado muchísimo la pintura. Dibujé de niña, se me daba bien el dibujo, siempre le dedicaba muchísimo tiempo, lo que pasa es que luego lo dejé. Lo hacía de forma esporádica y la fotografía surgió de casualidad. Vamos, como todo el mundo tenemos una cámara digital maravillosa donde nos hace fotos fantásticas. Y lo de dedicarme a la fotografía artística surgió de casualidad en mis paseos. De estos paseos que yo me doy por ahí de forma casual un día encontré una fotografía que hice con un móvil y cuando la vi en casa, me parecía una pintura, absolutamente una pintura, la textura de la pared, la composición, los colores, y me maravilló. Entonces, a partir de ese momento, sin querer, empecé a ver pinturas en las paredes, pinturas que se pintaban solas. Yo dije, “no hay nadie, ninguna mano que las pinte. Las paredes se pintan solas, parece que los pinceles son el viento, la lluvia, el tiempo…“ Y entonces todo eso hace que se forme una pintura. Y yo quizás por mi gusto por la pintura y por mi gusto por el dibujo, he tenido una facilidad increíble para encontrar de pronto pinturas. Y ese fue el comienzo. A partir de ahí, no hago más que encontrar pinturas en las calles, en las ciudades y en las superficies. Y me emociona muchísimo, cuando encuentro algo que me gusta, me hace sentir muy bien y además me motiva. Me ha motivado para seguir caminando, para seguir haciendo esos paseos y para seguir fascinándome por esas pinturas que me encuentro en las paredes que en principio no las ha pintado nadie y están ahí, rescatarlas de alguna manera y plasmarlas en la fotografía. Entonces, ahí está un poco, casualidad.
P: ¿Has recibido algún tipo de formación artística en este campo?
R: No, y de hecho tampoco soy una profesional de la fotografía ni sé mucho de fotografía. Lo que pasa es que para hacer este tipo de fotografías tampoco te requiere una formación fotográfica. Creo que cualquier persona tiene capacidad de crear y que la creatividad no debería ser anulada cuando somos niños, que deberíamos seguir creando. Deberíamos seguir creando cosas independientemente de cuál sea nuestra profesión, como una forma de expresarnos, como una forma de crecer, como una forma de reflexionar sobre la vida y de mirar la vida. Todo el mundo tenemos una forma de ver la vida, absolutamente todo el mundo, y el ver la vida de una forma propia es muy revolucionario. Esto no es nuevo en el arte, no es absolutamente nuevo, ni dentro del arte, ni dentro de otros ámbitos, pero yo creo que es fundamental. En el momento en el que tú practicas, te creces, y desarrollas tu forma propia forma de ver la vida es revolucionario, porque no dejas que la sociedad, los poderosos, los poderes ni económicos, ni políticos, influyan tanto como influyen ahora y no homogenizan una sociedad tanto como se homogeniza ahora. Entonces, yo creo que es todo uno, el desarrollar la creatividad, desarrollar la expresión, que eso forme parte de nuestra vida y que desarrolles una visión propia del mundo es toda una revolución. Forma parte de una rebeldía social que yo creo que se debería de practicar. Es un poco lo que siento, lo que reflexiono a partir de recoger fotografías de esta forma o de otra, me da igual, y es que de alguna manera yo tengo una mirada propia del mundo y además me estoy desarrollando, no solo como persona, como individuo, sino como mujer, donde no necesito ningún condicionamiento, nada, simplemente me dejo llevar y me dejo sentir. Y esos sentimientos, esas emociones y ese desarrollar de los sentidos me ayudan a reflexionar sobre mí y sobre lo que me rodea. Estoy descubriendo todo un mundo que antes simplemente observaba y disfrutaba, antes no me implicaba y de alguna manera no lo traspasaba y no me cambiaba. Sin embargo, ahora me está cambiando, me está moviendo, me está conmoviendo en el más amplio sentido de la palabra. En mis propias emociones y en mi propia forma de ver las cosas. Yo le he dado mucho peso a la razón, siempre me he movido un poco por ella, por el deber. Y el desarrollo de los sentidos y de las emociones lo tenía un poco relegado. Ahora le estoy dando muchísima más importancia de la que le daba antes, porque he visto que eso, desarrollar las emociones y los sentidos, me ayuda también a crecer y no entra en contradicción con la razón, ni la razón entra en contradicción con las emociones, con los sentidos. Eso creo que es una mentira que nos han hecho creer, no sé con qué intereses, pero no entra en contradicción. Al contrario, forma todo uno.
P: También porque en parte, la forma en que razonas las cosas va dentro de tus sentimientos, ¿no?
R: Sí, no son compartimentos estancos.
P: ¿En qué temas te sueles inspirar para fotografiar?
R: No me inspiro en ningún tema. La única inspiración que he tenido, si habéis leído un poco la presentación de mi obra, son, lo que os he comentado, primero las pinturas que veo en las paredes. Y luego, me resultó muy bonita una idea. Un amigo mío, un arquitecto finlandés, decía que las paredes guardan memoria y que a través de las manchas, esas aparentes manchas, eran las formas en que las paredes se expresaban, expresaban esa memoria que tienen todas las paredes y yo dije, “¡qué cosa más bonita!” Qué cosa más bonita y en parte es verdad, no solo guardan la memoria física de la lluvia, el viento, el paso del tiempo… Hay un poeta que escuché una vez, se llamaba Juan Carlos Mestre, me acuerdo que decía que no es lo mismo que un ser humano haya escuchado poesía y la haya leído a que no la haya leído nunca, te hacía ser un ser humano diferente. Entonces, yo creo que eso ocurre un poco con las ciudades, con la memoria de los espacios. Creo que no es lo mismo los resultados de un espacio, por ejemplo, de un colegio o una escuela que un muro de un paredón de ejecución, no puede guardar la misma memoria, es imposible. Pensar que todo influye, la energía, los sentimientos, todo lo que ocurre en un espacio de alguna forma queda ahí. Y entonces, me gusta mucho la idea de que de alguna manera todo guarde cierta memoria de lo que ha sucedido en ese espacio, en esa superficie y que esa memoria salga a la superficie y que tú la puedas captar con una textura, con un color, con un trazo, con una línea, porque todo lo captas en una fotografía, en una pintura. Si es así, todo te emociona, todo te provoca algo, nada te deja indiferente, si tienes los poros abiertos y la mente abierta, nada te es indiferente. Todo te transmite y dices, “¿por qué no?” Las superficies de las ciudades nos transmiten historias. Tú conoces a un arquitecto y éste pasa por una ciudad y sabe en qué año se construyó un edificio, está viendo cómo se edificó y está viendo si en aquella época había una situación económica determinada, una forma de cultura determinada. Cómo está distribuida una casa te dice qué tipo de cultura hay, cómo vive esa familia, las relaciones familiares. Cómo está organizada una ciudad te dice cómo se vive en esa ciudad, cómo se camina en esa ciudad, como se trabaja en esa ciudad… Entonces, realmente las ciudades pueden decir mucho, en este caso las superficies si estamos un poco atentos.
P: ¿Hay algo que estés deseando fotografiar, que tengas en mente?
R: (Risas) Las paredes de todas las ciudades donde no he estado.
P: ¿Qué sientes cuando tus fotografías son expuestas?
Eso es muy curioso. Yo soy muy nueva en esto de exponer, me expuse por primera vez el año pasado. Y digo “me expuse”, porque es literal, me expuse, porque creo que cuando uno publicita, pone su obra, da igual la que sea, fuera de sí mismo, cuando la comparte, la pone en algún sitio, se expone a sí mismo. Te expones de alguna manera, por eso en la presentación de esta exposición otra vez me expongo. Realmente con las fotografías y los relatos me expongo un poco, estoy exponiendo mi mirada, estoy exponiendo en los relatos muchas de mis experiencias, muchas de mis emociones y estoy exponiendo lo que me gusta, lo que me emociona, lo que hago y la gente me conoce a través de eso. Entonces, si la gente me está conociendo a través de eso, es porque yo me estoy exponiendo un poquito y eso, al principio, si me da algo, me da un poquito de pudor, claro. Pero hay una cosa importante, cuando expuse por primera vez sentí ese pudor, pero como esto es algo que hago porque quiero, porque lo estoy disfrutando, porque estoy viendo que me ayuda a seguir creciendo como persona, como mujer, aunque eso suene muy manido o suene muy… de verdad es así. Tengo 50 años, no sé si os lo he dicho, y con 50 años ya hay cosas que parece que te cansan y te cuesta encontrar pasiones, te cuesta encontrar cosas que echas de menos que cuando eras joven todo te ilusionaba, todo te emocionaba, todo te excitaba, todo te inquietaba y ahora, no sé si esto ocurre así a todo el mundo o no, pero el caso es que echas de menos un poco que eso vuelva a suceder. Y con esto me está sucediendo. Entonces, llegó un momento en el que dije, “Sol, yo esto lo hago. Esto lo estoy disfrutando, lo voy a compartir con quien lo disfrute también y ya está”. Y eso es lo único que me va a importar. Que lo comparto con tres, estupendo. Que lo comparto con trescientos muchísimo mejor. Pero esto es lo que quiero hacer independientemente de cuántas personas lo quieran compartir conmigo. Va más allá de que guste, estás haciendo algo que realmente disfrutas y que tú quieres hacer y tiras para adelante. “¿Qué pasa?” Que dices, “yo podría hacerlo y quedarme en mi casa, no dedicarme a exponer”. Lo de exponer fue muy de casualidad, yo vi en el Tomás y Valiente la convocatoria y el último día en la última media hora presenté el dossier. Vine de viaje, precisamente de Camboya y de Bangkok y dije, “voy a ver si sigue abierto el plazo ese de aquel que vi, antes de irme y tal”. Y vi que estaba abierto todavía y dije “¿y por qué no?”. Porque pienso un poco lo que os comentaba antes, “¿por qué no?” Yo tengo esto que hago, esto que me emociona y ¿por qué no compartirlo? ¿Por qué no compartir lo que tú haces, lo que tú escribes? ¿Por qué dejártelo en un cajón? De qué sirve, ¿no? Primero compartirlo, porque yo creo que te ayuda a pensar que no estás tan solo como crees, y además a traspasar la piel. Yo tenía amigos y conocidos con los que nunca había hablado de cosas de las que hablamos ahora. Y eso ha sido a raíz de esto. Es decir, que hemos arañado un poquito la piel, esa piel de relación que a veces tenemos un poco superficial con la gente. Por ejemplo, en el mundo del trabajo se da mucho, tú puedes estar trabajando durante muchos años en un sitio donde tienes una relación laboral, personal, pero sin profundizar demasiado y un día te das cuenta de que llevas once años trabajando con una persona y que hay cosas que no sabes de ella en absoluto. Y las sabes un día que te pones a explorar y hablas de otras cosas, y dices “¡anda!” Y vas más allá. Entonces, dices, ¿por qué no? ¿Por qué no empezar a compartir todo eso que pensamos, todo eso que escribimos, eso que pintamos, eso que vemos? ¿Por qué no compartirlo y por qué no que sea algo que forme parte de nuestra forma de comunicarnos? A lo mejor, yo creo que sería un mundo un poquito mejor, fíjate.
P: Es más puro, ¿se podría decir?
R: No sé si puro, auténtico, se podría decir. Menos superficial y un poco mejor.
P: Tus fotos parece que tuvieran una textura especial, ¿cómo se consigue esto?
R: Yo no la consigo, está ahí. Estas fotografías están tal cual, lo único que tienen tocado, lógicamente, como en cualquier otra fotografía que haces, son lo que llaman el proceso de revelado ahora, antes era el proceso de revelado con líquidos y ahora es el proceso de revelado con Photoshop, están corregidos niveles de luz, pero nada más, las texturas están ahí. Esto, por ejemplo es una viga oxidada (señalando una de las fotografías que había expuestas en el local), por eso tiene ese efecto y la línea que veis abajo si tú te acercas, es cemento, es un trozo de viga oxidada en, no me acuerdo si era pared o suelo, en un templo en Bangkok. Y no hay nada tocado, está ahí, todas las manchitas, todas las cosas…
P: Parece pintado
R: Claro, pero está ahí. Es muy gracioso porque a partir de esto, no te puedes imaginar cuántos “whatsapps” de fotografías o comentarios he recibido. Hay gente que me manda una fotografía que está por ahí de vacaciones y me dice “mira Sol, me he acordado de ti”. ¿Qué fotografía me manda? ¡La de una pared! Porque a partir de ver estas fotografías hay gente, amigos, familia, que se ha puesto a mirar una pared cuando antes pasaba desapercibida.
P: ¿Tienes algún referente en el mundo de la fotografía?
R: No. No tengo referentes porque yo la fotografía ha sido muy casual. Estoy conociendo en estos últimos tiempos, a partir de hacer fotografía, y sobre todo, a partir de reflexionar sobre la fotografía, estoy conociendo no sólo fotógrafos, sino también pintores. Referentes no hay, pero estoy intentando ver qué es lo que hay hecho, qué es lo que se está haciendo un poco, lo que pasa es que hay tantísimo, que tienes para mucho tiempo el conocer. Sí que es verdad que me llama muchísimo la atención, no sólo la obra, sino también la persona. Hay mujeres artistas muy interesantes y ahí estoy.
P: ¿En qué te basas para poner un nombre a sus obras?
R: Mis obras no tienen nombre. Yo me refiero a ellas de alguna manera para saber a qué fotografía me refiero, por ejemplo “la lluvia ácida”, “la lluvia amarilla”. Todas las tengo numeradas y todas las tengo puestas la ciudad donde fueron hechas: Bangkok, Túnez… en fin, dónde están hechas las fotografías. La única que puede tener un título que tiene relación con el texto es la de “La mujer imborrable” que es una fotografía que está hecha en la Plaza Sánchez Bustillo, que está justamente al lado del Museo Reina Sofía, lo podéis ver, supongo que estará allí todavía, es el espacio que sale del aparcamiento que es un cubo oxidado. Esa estructura oxidada que hay en el medio de la plaza, es donde está hecha esa fotografía y ahí aparece perfectamente la cara de una mujer. Entonces hay gente que empieza con esto de “ay, se ve una mujer”, con el misterio (risas). Hay una palabra que aprendí hace poco que se llama “pareidolia” que es sacar imágenes de manchas. Hay gente que piensa que es eso. Yo simplemente pensé, como soy muy racional, ya os he comentado antes, que alguien hizo una pintada, pintó una mujer y los responsables o bien del parking o bien de la limpieza de la plaza o quien sea mandó borrar y a la hora de borrarla, no se borró bien, la mujer no se dejó borrar. Me vi haciendo una fotografía a una mujer que no había querido ser borrada, que sin ser observada, porque la única que la observaba era yo, porque el resto de la gente estaba esperando entrar en el museo, ella observaba las colas de gente que había en el museo colindante y es un poco de lo que habla el texto. Es el único texto que yo hago referencia a esa fotografía, porque cuento prácticamente cómo está hecha. Y me resulta muy curioso que eso sea una obra de arte en la calle, alguien pintó esa cara, pero nadie la observa, porque todo el mundo tiene la tendencia a pensar que el arte y la cultura están en los museos o en las galerías de arte y no en cualquier otro sitio. Y ya dijo Marcel Duchamp, uno de los artistas que voy descubriendo y que me parecen interesantes, (no es que lo tenga de referencia, yo cada vez que conozco a alguien que hay algo interesante y que coincide con lo que yo pienso, me lo rescato y me lo quedo), que cualquier cosa sacada de su contexto podría ser una obra de arte si el que lo mira, lo ve de forma estética. Eso es muy interesante. Si tú paseas por el mundo, si tú tienes una mirada propia del mundo y no sólo piensas que es arte lo que te dicen que es arte, lo que está en los museos y lo que está en las galerías de arte, si no que puede ser arte y puede ser una creación artística y algo interesante, empiezas a ver el mundo de otra manera.
P: ¿Qué opinas de los “graffitis”? ¿Estás a favor?
R: Por supuesto. Pero no destrozando. No estoy de acuerdo con un “graffiti” que destroce. No me parece bien que se destroce, aunque sea pintando con algo muy bonito un vagón de tren como hacen por ahí los grafiteros. A mí eso no me parece bien, sí me parece bien la creación artística en la calle. Además, creo que la conquista del espacio público (no sólo para hacer una asamblea, para poner un cartel o una manifestación, sino para crear arte y para exponer arte) es una tarea pendiente que tiene esta sociedad. Espacio público como utilización por y para el ciudadano, no por los comercios, mercados y grandes marcas.
P: ¿Tienes previsto exponer próximamente además de donde estamos ahora?
R: ¡Sí! Esa es una de las cosas más bonitas que os puedo contar. Hay una performance, una iniciativa de cinco mujeres artistas, que tienen que ver con las artes visuales, que realizaron el año pasado una iniciativa que se llama «Yo expongo». La primera actividad fue “Yo expongo en el Reina” e hicieron una página en el Facebook que se llama “Yo expongo en el Reina Sofía”. Y era un poco para reivindicar la presencia de artistas mujeres en las instituciones de arte, es decir, en los museos, galerías, porque todavía en los museos, aunque vivimos en una sociedad democrática, que trabaja la igualdad de la mujer, todavía en las instituciones que están dirigidas por políticos y por profesionales del arte, todavía hay muchísimas más obras de hombres que mujeres, y no es porque haya menos mujeres artistas. Entonces, esta iniciativa surge a partir de ahí y dicen “no hay muchas mujeres en el Reina Sofía. No importa, nosotras vamos a exponer en el Reina Sofía”, ¿cómo? En su fachada. Convocan a mujeres artistas que participamos con una fotografía o una pintura que les enviamos y deciden proyectar 700 obras, porque participamos 700 mujeres, sobre la fachada del Reina Sofía en la Plaza Sánchez Bustillo para reivindicar que en los museos haya más obras de mujeres. Eso se hace luego en el Museo de Guadalajara en la Noche en Blanco y se ha vuelto a hacer ahora en este mes de marzo en Burgos. Entonces, ese “Yo expongo” de muchas mujeres continúa su camino. Todo este rollo es para deciros que yo ahí conozco a gente, a mujeres dentro del mundo de la pintura y la fotografía. Y una de las personas que conozco es Natha Piña que es una pintora que pinta abstracto. A mí me encantan sus pinturas y a ella le encantan mis fotografías, porque ve sus propias pinturas en mis fotografías y a mí me ocurre lo mismo. ¿Qué pasa? Nos ponemos en contacto, hablamos, nos conocemos y empezamos a ver la posibilidad de hacer un proyecto juntas, ella con sus pinturas y yo con mis fotografías. En ello estamos. A ella le surge la ocasión de que la invitan a hacer una exposición en la Universidad Complutense en la “Unidad de Igualdad” y ella le presenta a la responsable nuestro proyecto en común. A ésta le gusta y nos ofrece la posibilidad de exponer las dos juntas. Y en eso estamos ahora, preparando la exposición para ponerla el día 22 de abril. Se inaugurará el 24 dentro de las actividades de la Semana de las Letras y vamos a exponer en la Biblioteca María Zambrano de la Complutense en Madrid (Ciudad Universitaria). Intentaremos hacer si podemos un taller también con alumnos, con una profesional que cuenta cuentos y trabaja el tema del arte y las emociones. Ese es el proyecto donde estoy ahora inmersa y le hemos llamado a la exposición, a este proyecto, “Encuentros”, porque ella y yo tenemos una edad muy parecida, y las dos nos hemos encontrado en unos momentos, no solo en el arte, no solo en la fotografía y en la pintura, sino en momentos emocionales de vida muy parecidos y nos encontramos en muchas cosas. Entonces, ha sido un encuentro fantástico, fascinante, cómo a través del arte, de la creación artística, una persona puede encontrarse con otra que independientemente de otras consideraciones, de otras formas de pensar, de otras formas de sentir, tenemos un espacio en común en el que nos encontramos y nos fascinamos.
Periodista especializada en comunicación, cultura y gastronomía.