El verdadero verano está en el sur
Málaga es un destino excepcional para pasar las (merecidas) vacaciones de verano dado que goza de un clima mediterráneo ideal para disfrutar de la brisa del mar. Porque esa es otra: la conocida como Costa del Sol es famosa por sus playas de arena dorada y aguas cristalinas. También por su gastronomía exquisita. ¡Seguro que ya conocíais que los espetos de sardinas y el pescaíto frito están de muerte en la tierra natal de Picasso! Aunque si con algo nos quedamos es con la hospitalidad andaluza. Los malagueños, con su carácter amable y divertido, han conseguido que nos sintamos como en casa desde el primer momento y es por esto por lo que mi particular diario de viaje está repleto de buenos momentos y, sobre todo, de ganas de volver a primera línea de costa con toda la familia.
Día 1. 5:30. Suena el despertador y comienza la preparación para la salida de vacaciones en coche. Los que viajan con niños saben lo importante y agradecido que es conseguir que los pequeños vayan durmiendo parte de ese trayecto, de ahí la necesidad de madrugar. Pero no siempre se consigue el objetivo. Y, efectivamente, es lo que nos ha pasado en esta ocasión, así que, después del madrugón, nos encontramos en el coche, durante 5 horas, camino de Nerja y con dos críos despiertos e impacientes por saber cuándo llegábamos… Lo bueno es que, como vas camino de tus ansiadas vacaciones de verano y con la ilusión de volver a la playa, se lleva mejor. Como dirían en una conocida película ¡la aventura nos espera!
Bueno, como os decía, este verano hemos elegido la ciudad de Nerja para disfrutar de unos días de desconexión. Se trata de una localidad situada en la parte más oriental de la provincia de Málaga, limitando con la provincia de Granada. Si sois de mi generación, los ochenta, o de generaciones anteriores, inevitablemente al oír el nombre de Nerja os vendrá a la mente un grupo de niños en bicicleta silbando, porque efectivamente este municipio se hizo muy famoso por ser el lugar elegido por Antonio Mercero para rodar su “Verano Azul”, narrando las aventuras estivales de Javi, Bea, Quique, Pancho, Desi, Tito y Piraña, junto a Julia y su guitarra y, por supuesto, Chanquete.

Con la ilusión de recordar esa serie que vi cada verano durante mi infancia, y con la que lloré la muerte de Chanquete cada año (lo siento, Chanquete ha muerto, pero tanto tiempo después no se considera spoiler), llegamos a Ona Marinas de Nerja. Un hotel de 4 estrellas situado a las afueras, con buenas instalaciones, miniclub y, lo mejor de todo, en régimen de TODO INCLUIDO. Porque se merece las mayúsculas.
Como nos levantamos cuando aún era de noche, llegamos a Nerja sobre las 11:30 con la suerte sonriéndonos pues el hotel ya había preparado nuestra habitación, así que ¡directos a deshacer las maletas y preparar todo para nuestra estancia estos días! Después a comer que el viaje nos ha dado mucha hambre a todos. Y, cómo no, qué mejor que una buena siesta para recuperar energía y empezar la tarde del primer día a tope.
Con las pilas cargadas, por fin nos vamos a la playa, aunque al llegar nos llevamos la sorpresa de que, aparte de estar muy fría el agua, está llena de piedras, así que no es tarea fácil disfrutar de un baño. Menos mal que hay unas buenas piscinas en el hotel y nos damos un chapuzón para compensar antes de saborear la noche mexicana en el bufet libre. Después de llenar el estómago, todo padre sabe que no puede faltar la minidisco, luego un poco de la animación preparada por el alojamiento y terminar el día con un relajante paseo nocturno por la playa.
Día 2. 7:40 y estamos en pie. ¡Hay que disfrutar bien del día! Nos despertamos, nos lavamos la cara y nos vestimos para bajar a desayunar. ¿Hay un placer mayor que un desayuno buffet de hotel? Pues nosotros gozamos de ese maravilloso deleite y a las 9:00 estamos en el mar disfrutando de otro de los mejores placeres que hay, una playa vacía. Si no habéis sido previsores, como nosotros, y no lleváis escarpines o cangrejeras, en la tienda del hotel podéis encontrarlos de varias tallas y modelos y de entre 6 y 12 euros.
Hoy vamos a tomarnos el día de relax, aprovechando para comer en el chiringuito que es una de las opciones de restaurante de las que dispone el hotel y, sinceramente, hemos disfrutado de lo lindo de la experiencia de tomar unas deliciosas selecciones de arroces y fideuá y, por supuesto, una riquísima variedad de pescaitos fritos a pie de playa.
Otra de las ventajas del hotel elegido es que tenemos tumbonas en el césped junto a la piscina que conectan directamente con la arena de la playa, una gozada de la que no habíamos disfrutado hasta el momento y que, francamente, es todo un lujo. Por la noche, toca dejarse acariciar por la brisa marina y degustar un cóctel refrescante (sin alcohol, en nuestro caso) de los que sirven en el hotel y nos dan con esta maravillosa pulserita que te da acceso ilimitado a cualquier antojo.
Día 3. Repetimos la rutina mañanera de la jornada anterior, pero esta vez aprovechamos la pulsera para llevarnos unos refrescos, agua fresquita y algo de picoteo. Qué bien se está tomando un aperitivo a la orilla del mar. Después de la comida, y la siesta, aprovechamos para hacer un poco de turismo por Nerja. Visitamos el barco de Chanquete y paseamos por el centro hasta llegar al Balcón de Europa, un bonito mirador rodeado de unas calas de agua cristalina, desde el que podemos ver el continente africano. En una de las calas descubrimos una casa incrustada en las rocas, de lo más curiosa.
Día 4. Tenemos entradas para ver las cuevas de Nerja, que incluyen una sala de realidad virtual y acceso al Museo de Nerja. Una visita súper recomendable. Las cuevas son increíbles, es como viajar a otro mundo. La sala de realidad virtual es la más grande de España y el vídeo está presentado por Tadeo Jones, un detalle que a los niños les gusta y te da la posibilidad de conocer las salas que se encuentran cerradas al público por cuestiones de conservación de las pinturas rupestres y por realización de trabajos arqueológicos. El museo no es muy grande, pero sirve para completar la visita de las cuevas y para conocer la historia de Nerja, además tiene una zona dedicada a “Verano Azul” que incluye una máquina de música con toda la música de la serie.
Después aprovechamos que ya vamos en el coche para acercarnos a conocer Frigiliana, que se encuentra a aproximadamente 10 minutos y está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España. La verdad es que sus típicas casas blancas y sus callejuelas empinadas tienen mucho encanto y habríamos pasado mucho más tiempo paseando y disfrutando de sus vistas si no fuese por el calor sofocante.
Día 5. 9:00. Qué maravilla y que paz disfrutar del sonido de las olas y de los primeros rayos de sol. La pega es que hay olas, y eso en cualquier otra playa nos encanta porque nos divertimos mucho saltándolas juntos, pero aquí vienen acompañadas de piedras y eso lo convierte en un deporte de riesgo porque o esquivas o sales apedreado. ¡Pero ni tan mal! Aprovechamos al máximo la oportunidad de no tener horario ni obligaciones, desconectando del mundo.
Si bien Nerja es uno de los destinos imprescindibles de Málaga, para enamorarse por completo de esta provincia andaluza os recomiendo acercaros a otros pueblos de costa como Benalmádena, Fuengirola, Torremolinos y Estepona (si buscáis alojamiento aquí, el hotel H10 Estepona Palace es una magnífica opción). Por otro lado, aprovechad para merodear por Mijas que seguramente os suena porque aquí el burro es el protagonista de una de las actividades turísticas más demandadas la cual, todo sea dicho, siempre permanece bajo la lupa del partido animalista PACMA que ha denunciado en varias ocasiones la explotación de estos asnos. Y, por último, visitad Marbella, más concretamente Puerto Banús que es un elegante puerto deportivo repleto de bares y locales nocturnos de postín donde probablemente os encontraréis a algún que otro famoso veraneando.
En suma, nuestro verano en Málaga ha sido inolvidable y ya estamos empezando a soñar y preparar nuestras próximas vacaciones.
Apasionada de la cultura, especialmente del cine, que encuentra en cada fotograma una historia que contar, una emoción que experimentar y un universo de posibilidades para explorar.