Crítica: musical “Come From Away”

El musical para recuperar la fe en la humanidad

La compañía argentina The Stage Company ha desembarcado en España para traer Come From Away, uno de los musicales más exitosos de Broadway que ha conseguido 23 nominaciones en los premios Hugo, de los cuales ha ganado 7, y 2 premios ACE de sus 12 nominaciones, incluyendo en ambos casos Mejor Dirección y Mejor Musical. Con este currículum ya sería suficiente para avalar su potencial, pero si añadimos que la historia trata sobre las vivencias de un grupo de habitantes de un pueblo de Canadá durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de su empatía, solidaridad y humanidad, sumamos más razones para no perdernos esta increíble superproducción teatral que se representa en el madrileño Teatro Marquina desde el 18 de septiembre cuya función de prensa he tenido la fortuna de cubrir.

Nada más entrar al Teatro Marquina nos encontramos un escenario con una decoración muy sobria, en madera natural, unas sillas, alguna mesa y poco más. Tras acomodarnos en el asiento empiezan a tomar posiciones los músicos, reconozco que para mí es un punto a favor siempre que en los musicales tengamos la oportunidad de ver a los instrumentistas. Después, una voz en off nos recuerda lo importante que es olvidarnos del móvil para disfrutar de lo que vamos a presenciar, y también para no molestar con las luces de las pantallas al resto de público y, sobre todo, a las actrices y actores. Esa misma voz nos subraya que la narración que nos van a contar es una historia real y que todos los nombres y personajes que se muestran en este montaje también son reales.

Cinco minutos después nos vemos viajando entre la isla de Gander (Terranova) y un avión de American Airlines que es desviado de su rumbo porque, como los personajes de nuestra historia escuchan por radio, el espacio aéreo de Estados Unidos está cerrado indefinidamente a causa de unos atentados perpetrados a través de aviones. En ese momento inevitablemente se te pone un nudo en la garganta porque creo que, 23 años después, todos recordamos dónde estábamos ese 11 de septiembre de 2001 a la hora en la que aquel Boeing 767 de American Airlines se estrelló contra la torre norte del World Traid Center. 16 minutos después, otro avión igual de United Airlines impactaba contra la torre sur. Poco más de media hora después, otro avión se estrellada contra el Pentágono y unos 20 minutos después otro avión, el United 93, caía, esta vez sin llegar a su objetivo en Washington, gracias a la intervención de todos los pasajeros que se enfrentaron a los secuestradores, aunque no hubo supervivientes en ninguno de los casos.

Pero este musical la historia que nos cuenta es la de esos pasajeros de los aviones que estaban en el aire durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 rumbo a Estados Unidos y que se encontraron de repente atrapados y tuvieron que aterrizar en un aeropuerto de un pueblo remoto de Canadá. Sus habitantes se vieron sobrepasados con la llegada de 7000 personas y enternece cómo dieron todo lo que tenían e hicieron todo lo posible para acoger a toda esa gente que se encontraba sola, confusa, lejos de su hogar y esperando noticias en muchos casos de familiares que volaban en otros aviones o que se encontraban en zonas afectadas por los atentados.

Me parece increíble cómo con tan poco mobiliario y decoración la compañía de Come From Away puede hacer tanto. Solo con unas sillas consigue que te encuentres en un avión o en un bar o en un autobús. E incluso escalando para disfrutar de un paisaje maravilloso. Lo mismo con el vestuario, cada una de las actrices y actores interpreta varios personajes y entiendes perfectamente cuando encarna a cada personaje solo con un cambio de chaqueta o de gorro o con ponerse unas gafas.

En cuanto al elenco, cada uno de los integrantes hacen un trabajo digno de ser reconocido porque aparte de las voces, que son increíbles y te hacen vibrar durante cada una de las canciones que interpretan, es que tienen la capacidad de hacerte reír y de emocionarte a su antojo. También es destacable el trabajo de Agustín Pérez Costa porque, sin haber grandes números de baile típicos de los musicales, hay una coreografía constante donde cada movimiento está medido al milímetro para que cada intérprete y cada accesorio esté donde debe estar en cada momento.

Por supuesto, no puedo dejar de alabar a los músicos que, en varias ocasiones, se integran con los actores y hacen gala de su talento. Después de todo esto no es de extrañar que los espectadores nos hayamos puesto en pie para aplaudir con fuerza a todos los que han hecho posible que hayamos disfrutado de una noche de teatro musical memorable.

Si tenéis la oportunidad, no dejéis de disfrutar de Come From Away en el Teatro Marquina de Madrid. Os conmoverá.

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