Crítica: obra ¿Quién teme al lobo feroz?

El relato que retará vuestras expectativas

El lobo más gamberro del teatro ronda la sala Bululú 2120 de Madrid. Nos acechará con sus fechorías los sábados de septiembre para darnos su versión sobre un crimen atroz: ¡ha descuartizado a la abuelita con sus temibles garras y sus enormes dientes! Pero ¿realmente ha sido él? ¿Qué parte de culpa tendrá en el asesinato de la dulce e inocente abuelita? Vamos a mostraros cómo ha sido la escena del crimen. Por un lado, tenemos al exconvicto Lobo Feroz. Votos no le faltan para ser el culpable, desde luego. Por otro lado, la escena nos muestra a Rosa Roja, que alude directamente a Caperucita Roja: la cesta, la capa y un carácter aniñado, sacado, en ocasiones, de un cándido almíbar. Dos personajes con dos versiones muy distintas. Y al frente de la investigación se halla el inspector Grimm, con gabardina y un teléfono móvil que suena a todas horas.

En ¿Quién teme al lobo feroz? la labor de Grimm será descubrir quién miente, quién dice la verdad y con qué propósito, así que los llamará a su despacho para reconstruir la historia y buscar al culpable.

Esta siniestra fábula que todos conocemos nos hace replantearnos el cuento de otra manera. El humor se adueña de todos los personajes, la parodia se integra en el bosque haciendo referencia a otros cuentos clásicos: la historia del Pedro y el lobo, cómo influyen las habichuelas de Jack, los testigos ratoniles de Hamelín o algunas intimidades de Blancanieves hacen su aparición en escena, eso sin olvidar los guiños constantes al género policíaco.

Sin Rumbo Fijo Teatro es la compañía madrileña que ha hecho posible este cuento bucólico de tintes criminales. Jorge Bódalo, actor, cómico, guionista y director es el inspector Grimm y el director de la obra. Laura Leal y Dani Gallego interpretan a Rosa Roja y al Lobo Feroz. Dos intérpretes que os harán reír los 75 minutos que dura la función. Da gusto conocer nuevas compañías, y más si nos ofrecen a un elenco de artistas que saben cómo desconectar las mentes de los espectadores de su día a día a golpe de humor.

No hace falta presentar grandes salas para amenizar una función. De hecho, el decorado de Quién teme al lobo feroz no llega a ser del todo austero, pero sí aclaratorio de lo que vamos a vivir. Un trozo de césped donde Rosa Roja y Lobo Feroz se conocen, una mecedora donde la abuelita descansa plácidamente, y una mesa a modo de despacho donde los personajes se confiesan es todo lo que necesitamos para que salga una obra redonda.
Solo si os adentráis en esta obra conseguiréis descubrir qué ha pasado con la abuelita realmente, cuánto estaba implicado el Lobo Feroz y qué llevaba realmente Rosa Roja en su cestita. ¡¡Auuuuu!!

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