El regreso a una saga ya contada
Sé que no os descubro nada nuevo al declarar que la nostalgia vende y quien mejor ha entendido eso es el propio mercado. Basta con observar la cartelera para darse cuenta de la inmensa cantidad de remakes, secuelas o reinicios que engloban el entretenimiento audiovisual como es el caso de Alien: Romulus. O el propio merchandising, un perfecto termómetro de la cultura pop actual, donde se oferta una desbordante plaga de artículos con grabados de personajes clásicos de los ochenta o los noventa, desde tazas, figuras, alfombras, posters, funkos, dioramas, auriculares e incluso ropa. Ya no es extraña la persona que lleva unos pendientes de Mickey Mouse o una corbata con unos alegres Pikachus. Aquello que nos emocionaba de niños lo esgrimen ahora las tiendas como un tarro de miel para atraer nuestras billeteras.
Alien Romulus es la nostalgia hecha película. Un largometraje con una ejecución correcta, acertadamente producido, donde puede percibirse el mimo, respeto y cariño por la saga. Sin embargo, esa misma nostalgia se convierte en su mayor punto débil.
No es la primera ni será la última película que pretendiendo homenajear su legado termina convirtiéndose en una mera repetición de lo ya hecho. Por existir, esto ha existido en todas las artes, con pupilos tratando de superar a sus maestros haciendo lo que hacen ellos para terminar perdiendo su luz propia. Y es que no es nada fácil continuar algo que surgió de una mente creativa diferente y pretender presentar algo nuevo sin que, a la vez, se sienta fuera de ese universo ajeno. Ese puente quebradizo se encuentra actualmente transitado por todas aquellas sagas que ahora pretenden continuar sin sus cabezas creadoras. Es este el encargo que acogió con cierto arrojo el director y guionista uruguayo Federico Álvarez. Y no es baladí la elección de este cineasta, pues ya se ha enfrentado a este mismo reto, con mayor o menor acierto, en otras sagas míticas que podríamos catalogar de nostálgicas como serían Evil Dead o La Matanza de Texas.
La película presenta un inicio excepcional. He disfrutado de aquella atmósfera de suspense y tensión psicológica tan propia de la primera película de Alien o la no suficientemente reconocida The Thing como hacía tiempo que no lo vivía. Pero tan pronto como decide romperse con las escenas de acción la historia se desinfla y, con ello, cada una de las piezas planteadas en su primer acto se quiebran como un espejo al recibir demasiado calor.
Alien: Romulus pretende ser dos películas a la vez, concretamente, sus dos películas más icónicas: Alien de Ridley Scott y Aliens de James Cameron. Pero es evidente que no se puede ser ambas. No es posible bailar claqué y a la vez llevar unas rudas botas militares. O sutileza o fuerza bruta, pero ambas juntas no suelen casar bien. No niego que sea posible hacerlo si se pone empeño y mucho ingenio en ello, pero el mayor desacierto de Alien: Romulus no es tanto el tono como su guion. Una historia que repite lo que desgraciadamente ya se ha contado varias veces.
El director presenta para esta película un planteamiento de lo más interesante, con un coprotagonista, Andy, el androide, que sin duda es el personaje con más carisma de la cinta y el único que logra mantener el interés en la película. Por repetir, repite hasta el villano de la primera. En su afán por no querer innovar, no se terminaron de atrever a utilizar a su propio droide para hacer lo que el fallecido actor Ian Holm termina realizando. Para mi gusto sobreexponiendo antes de tiempo la historia de la estación espacial y que termina de quebrar el suspense planteado con la actualización que recibe Andy.
No deja de llamarme la atención cómo la premisa de Alien, que tan bien funcionó con su maravillosa primera película en 1979 sobre una criatura del espacio que va evolucionando por diferentes fases, ha terminado convirtiéndose en una saga a la que le cuesta transformarse. Y es que, del universo creado por Ridley Scott, se presentan unos márgenes casi infinitos para ser explorados. El software Madre, la empresa Weiland-Yutani, el estado de la Tierra o la exploración genética y la inteligencia artificial son temas que la saga Alien apenas decide indagar más allá de lo puramente estético, como simples elementos del decorado en el que ocurre la acción.
Tal vez estéis pensando que el guion de Alien es lo que es. Una especie de pilla-pilla donde el monstruo persigue a sus víctimas una a una. Un slasher en el espacio que no pretende ser más. Y estaría totalmente de acuerdo si no fuera porque el propio Ridley Scott logró ampliar este universo con sus dos infravaloradas películas: Prometheus y Alien: Covenant donde el existencialismo, debates éticos y una premisa en la que la creación siempre termina destruyendo a su creador para mí lograron ampliar los límites de la simple idea del monstruo a bordo. Premisa que me encanta, por supuesto.
Puede que en este punto insufle en mí cierto aire de pedantería, como si fuera de esos que piensan que todas las películas tuvieran que tener un gran mensaje y que te hagan pensar, pero nada más lejos de la realidad. No tengo ningún problema con la premisa del monstruo a bordo y Alien es de mis películas favoritas. Pero esto mismo no es óbice para darse cuenta que, tras cuatro películas con la misma fórmula, esta se siente agotada y repetitiva. Por eso mismo pienso que un pequeño soplo de aire fresco al guion insuflaría de más vida a la saga del octavo pasajero. Y es que no cabe ninguna duda de que esa falta de oxígeno renovado es lo que más se echa en falta durante la película.
A pesar de todo lo escrito, lo cierto es que considero a Alien:Romulus una película bastante disfrutable. Un remake encubierto que mezcla sus dos primeras películas mediante una gran calidad de producción. El ambiente con cada una de las escenas está perfectamente ejecutado, con una dirección artística a la altura de Alien, cuya calidad tanto en los escenarios y personajes como en su fotografía brillan con luz propia. Hay escenas que incluso considero que van a formar parte de la posteridad en la saga, pues el director plantea de una forma muy inteligente un estilo muy visual a través de los diferentes escenarios en los que se produce la acción.
Tal vez mi problema han sido las expectativas. Puede que esta película simplemente sea lo que en todo momento pretendió y quiso ser: otra película más de Alien. Sin arriesgar y sin innovar, pero con todos aquellos elementos de su propia iconografía siempre presentes. Alien: Romulus es una cinta que no aportará nada nuevo, pero para el que todos aquellos amantes de su xenomorfo favorito disfrutarán al verlo masacrar a una tripulación de imprudentes humanos mediante formas horribles y agónicas, con una gran calidad de imagen y dirección artística.
2D Animator and Character Layout artist