Crítica: “Wicked, El Musical”

Las brujas han vuelto y ahora ellas cuentan las historias

Wicked, El Musical lleva más de dos décadas conquistando los corazones de medio mundo y ahora ha inaugurado esperadísima temporada en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid. Se trata de una producción de ATG Entertainment, responsable de éxitos como Matilda, Mamma Mia! o The Book of Mormon, que ha logrado traer a nuestro país uno de los títulos más emblemáticos del teatro contemporáneo. Ganadora de tres premios Tony, un Grammy y múltiples reconocimientos internacionales, ha sido representada en Londres, Tokio, Sidney, Seúl o São Paulo. En cada ciudad, el público ha sucumbido al mismo hechizo. Y lo ha hecho con una fuerza espectacular, con voces brillantes, coreografías hipnóticas y una puesta en escena que sigue demostrando por qué la magia del teatro musical continúa más viva que nunca.

La historia consiste en una versión del cuento original de El Mago de Oz de Lyman Frank Baum. Así, nos transportará a la tierra de Oz, mucho antes de la llegada de Dorothy, para descubrir la historia jamás contada de sus legendarias brujas. De esta manera, sigue la tendencia actual del cine y las series de revisionar a los clásicos para convertir a los villanos en protagonistas, y contar que el malo no es tan malo ni el bueno es tan bueno. Con la esperada segunda parte de la adaptación cinematográfica de Wicked por Warner a la vuelta de la esquina, este musical adelanta su llegada a Madrid para abrir el apetito y satisfacer a los más impacientes, que quedaran completamente saciados y con ganas de más.

El público madrileño se encuentra ante una oportunidad única: es la primera vez que Wicked se representa en España, tras haber batido récords en más de 16 países y haberse traducido a múltiples idiomas. Desde su estreno en Broadway en 2003, el musical ha sido visto por más de 65 millones de espectadores y ha recaudado cifras astronómicas que la sitúan junto a títulos legendarios como El fantasma de la ópera o Hamilton. La producción española no ha escatimado en medios después de haberse representado de manera ininterrumpida en Broadway desde hace 21 años y en el West End londinense desde hace 18. Cada detalle, desde los efectos de iluminación hasta el diseño de vestuario, ha sido cuidadosamente recreado para mantener el nivel de excelencia que caracteriza a las producciones internacionales y que dejará a los espectadores embelesados.

En esta versión española dirigida por David Serrano, la escenografía y el diseño de iluminación merecen una mención especial. Cada transición de escena se realiza con precisión casi mágica, combinando recursos teatrales tradicionales con proyecciones y efectos de humo que sumergen al espectador en una atmósfera de fantasía. La coreografía, por su parte, es lo que más me ha llamado la atención, y eso que cada elemento borda su función. Pero los bailes mantienen una energía constante, ofreciendo a cada figurante su propia personalidad y una presencia sobre el escenario como nunca los he notado antes. Todo se funde en un espectáculo total, donde la música, la interpretación y la técnica funcionan en armonía. Y el vestuario deslumbrante nos impregna a todos de ese mundo mágico de Oz.

El elenco embriaga con un poderoso embrujo. Las actrices protagonistas, CristinaPicos como Elphaba (la Bruja Mala), con su inconfundible piel verde esmeralda, y CristinaLlorente como Glinda (La Bruja Buena) despliegan un dominio vocal y emocional extraordinario. Pero no se quedan atrás ningún secundario. Cada una de sus interpretaciones conjugan sensibilidad, humor y carácter en perfecta armonía, es imposible no sacar alguna risa con la actuación de adolescente caprichosa de Cristina Llorente. La química entre ambas actrices es palpable, y eso sostiene toda la estructura dramática del musical.

El teatro musical es sin duda la más exigente de todas las artes que se puedan hacer sobre un escenario, pues combinan todas ellas. Interpretación, arquitectura de escenarios, danza y, por supuesto, música. Y es que la música es el corazón de todo musical. Stephen Schwartz nos trae grandes canciones como El mago y yo o Bailando por la vida, versionadas en español con una orquesta en directo que aporta esa vibración que solo el teatro vivo puede ofrecer gracias a la mano maestra de Joan Miquel Pérez.

La función se extiende hasta las tres horas de duración, algo que en algunos momentos se siente un poco excesiva pero que rebosa una energía que te obliga a quedarte clavado a la butaca. Afortunadamente la producción ya lo tiene todo pensado para permitir una pausa entre actos y así aprovechar para ir al baño o pedir un cubo de palomitas especial tematizada con Oz.

En mi opinión, hay algo profundamente simbólico en que Wicked llegue a Madrid en pleno mes de octubre. Con el aire otoñal, las siluetas de Halloween asomando por los escaparates y el encanto de las noches más largas, las brujas regresan a los teatros para embrujar al público. Es el momento perfecto para dejarse hechizar por esta historia de amistad, magia y redención. Quien se acerque al Nuevo Teatro Alcalá descubrirá que el verdadero truco no está en la magia sino en cómo el teatro logra, una vez más, transportarnos a una historia de otro mundo.

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