El amor que todos merecemos
Casi un mes después de su lanzamiento en Netflix (se estrenó el 26 de septiembre), la serie protagonizada por Kristen Bell y Adam Brody se ha convertido en la comedia romántica revelación del otoño. Y es que todo el mundo habla de Nadie quiere esto que está centrada en la relación amorosa entre una presentadora de podcast agnóstica llamada Joanne y el poco convencional rabino Noah. Lo más curioso es que la historia está basada en las experiencias de la propia creadora, Erin Foster, y su marido Simon Tikhman -él es judío y quería casarse con una mujer judía-. Apuesto a que, aunque solo continúe como productora ejecutiva (Jenni Konner y Bruce Eric Kaplan se incorporan como nuevos showrunners para la segunda temporada) todavía le falta mucho por contar en esta producción estadounidense.
Nadie quiere esto se sitúa en la cuarta posición de las diez series más populares hoy en España. No me extraña pues cuenta con una decena de episodios de una duración perfecta (aproximadamente 30 minutos cada uno) que invitan a hacer un maratón de una tarde pues cada capítulo deja con ganas de más.
Al buen ritmo y bien conducido embrollo narrativo de Nadie quiere esto hay que sumar la excelente elección del elenco. No solo porque se haya contado como protagonistas con dos antiguos ídolos juveniles que desprenden una química brutal (de un lado, Kristen Bell, que nos encandiló en Veronica Mars y, del otro, Adam Brody quien forró las paredes de la habitación de muchas adolescentes con su personaje de Seth Cohen en The O.C.). Su conexión especial traspasa la pantalla, algo que seguramente ha sido posible porque ambos intérpretes son amigos desde hace años, pero también destaco las actuaciones de los hermanos de ambos personajes, Justine Lupe en el papel de Morgan y Timothy Simons en el rol de Sasha, que se erigen como el complemento perfecto de esta comedia romántica.
Con todo, si hay algo que me ha gustado de Nadie quiere esto es que se plantee una relación aparentemente sana donde impera la comunicación pese a tener todo en contra, especialmente a la suegra de Joanne a quien no le hace ninguna gracia que su hijo, un referente para la comunidad judía, salga con una shiksa (término peyorativo que se refiere a cualquier mujer no judía) que, para más inri, explica su vida romántica y sexual en un podcast.
Como consumidora habitual de comedias románticas en las que, en muchas ocasiones, se romantiza el daño mutuo y las relaciones tóxicas, agradezco que esta vez la historia no se haya centrado en la fijación por el chico malo y el diseño de una especie de joven salvadora. Si bien, de primeras, en Nadie quiere esto esperaba más de lo mismo, aunque esté muy visto, es decir, que en cualquier momento la perfecta historia de amor tras el grandioso primer beso saltara por los aires y se hiciera añicos, lo cierto es que aquí los protagonistas comparten sus inseguridades, sus deseos más profundos, y exhiben sus fragilidades, mostrando en pantalla un amor maduro que nace de la creencia de que antes de querer a alguien tienes que incorporarte en la ecuación porque es la clave esencial de un buen desarrollo de la autoestima.
Precisamente en esta línea de la libertad de elegir y querer bien va el mensaje de la primera temporada, poniendo de manifiesto que las relaciones basadas en la comunicación y en la confianza existen y que conectar con alguien y ser correspondido es posible. Claro que, para ello, nos plantea muchas preguntas como espectadores: ¿Qué haríais si fuerais Joanne y vuestro único motivo para convertiros al judaísmo fuera Noah? ¿Cómo puede Noah encontrar un equilibrio entre su vida personal y el trabajo? ¿El amor consiste en una elección constante?
En resumen, si el retorno a la pequeña pantalla de Kristen Bell y Adam Brody no os parece motivo más que suficiente para darle al play a Nadie quiere esto, yo os emplazo a ver esta serie por otra razón: para descubrir el poder que tienen dos personas que quieren estar juntas, aun cuando lo suyo parece condenado al fracaso. ¿Qué hay más emocionante que un flechazo instantáneo entre dos seres que vienen de mundos completamente diferentes?
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