Artículo: Oscar Wilde

Cómo la homofobia tumbó a un gigante

Lord Alfred Douglas tenía 21 años cuando él y Oscar Wilde se conocieron. Fue en una fiesta. Wilde quedó prendado ante un prometedor poeta que había estudiado en Oxford y que provenía de una familia aristocrática. Wilde intentó ganarse la admiración de Douglas, alias Bosie, pero en esta relación iba a aparecer el padre de Bosie. El octavo Marqués de Queensberry culpó al poeta irlandés de la muerte del hermano de Bosie, también homosexual, e inició una campaña de sabotaje contra el escritor, que ya era un dramaturgo destacado. El marqués se valió de todo tipo de artimañas para destruir a Wilde. El punto álgido del acoso llegó cuando el aristócrata dejó una nota en un club social al que el escritor asistía con asiduidad que rezaba: “A Oscar Wilde, que presume de sodomita”. A partir de este punto arranca “Gross Indecency”.

“Gross Indecency” se acaba de estrenar en el Teatro Fernán Gómez de Madrid y va a estar en escena hasta el 8 de octubre. El director es Gabriel Olivares y, junto a David de Gea, han adaptado la obra de Moisés Kaufman. Una pieza en la que, a través de los autos de los juicios, se ha construido el relato de la colisión entre Oscar Wilde y Lord Alfred Douglas.

Las calumnias del padre de su amado fueron una dura acusación para el autor de “El retrato de Dorian Grey”, casado y padre de dos hijos. Una parte del entorno del escritor le aconsejó que no hiciera nada. Bosie le recomendó lo contrario. La relación entre el joven y su padre era tormentosa y quería infringirle todo el daño posible a su progenitor. A pesar de las advertencias, el escritor, de 39 años, denunció al marqués por difamación. El primer juicio arrancó el 3 de abril de 1895 en el juzgado Central de lo Criminal de Old Bailey (Londres). Oscar Wilde nunca pensó que todo se volvería en su contra.

“Oscar Wilde no pensó muy bien lo que estaba haciendo. Él era un personaje que no se escondía: iba a los cafés y tenía gestos con los camareros que ya eran mal vistos. No vio que iba a tener un problema. Él era un genio, un artista. A ellos no se les juzga”. Quien habla es Javier Martín, que interpreta a Wilde en “Gross Indecency”. Una declaración que tuvo lugar durante el pase de gráficos y posterior rueda de prensa de la representación.

A lo largo del primer juicio, la estrategia del dramaturgo empieza a derrumbarse. En el ambiente había quedado la sensación de que la acusación de sodomita podía no ser del todo falsa. De ahí que se llevaran a cabo dos juicios más. El veredicto del jurado le condenó a dos años de prisión. En la cárcel de Redding realizó trabajos forzosos. Martín destacó además en la reunión con los medios que Wilde no sólo fue juzgado por su conducta homosexual, sino también por sus ideas socialistas. Pero no fue la única condena que tuvo que cargar sobre sus espaldas.

Al comienzo de la obra, que tiene una duración de dos horas y veinte minutos, el abogado de Wilde, que es interpretado por César Camino, expone que el procedimiento que acababa de comenzar era el juicio del siglo. “Este tribunal no ha estado nunca tan abarrotado como lo está hoy. La gente ha suplicado, pedido y sobornado para acceder a la sala”. La fecha del juicio coincide con el nacimiento de la prensa sensacionalista. Se trata del primer juicio mediático que tuvo un alcance internacional. Desde las páginas, se llevó a cabo un juicio paralelo contra el escritor, según explicó Gabriel Olivares.

Oscar Wilde vivió su vida a todo tren. Era un dandi: todo el dinero que ingresaba por su trabajo literario, lo gastaba. El modo de vida no podía desmerecer al que estaba considerado el mejor escritor de todo los tiempos. Según el juicio avanzaba, el dinero disponible iba menguando. A la salida de prisión tuvo que marcharse de Londres: estaba arruinado económica y socialmente. La alta sociedad a la que una vez perteneció le cerró las puertas. Su mujer no le dejó ver a sus dos hijos, que vivían en Alemania. Así que intentó empezar una nueva vida bajo el seudónimo de Sebastian Melmoth.

Con el paso del tiempo descubrió las artimañas que Bosie había usado para engañarlo. Luis Antonio de Villena, autor de “El charlatán crepuscular”, recoge el último diálogo que tuvo lugar entre los dos. “Ya sé que no me querías […] Querías aprovecharte de mí, de mi dinero, de mi antigua posición literaria, de mis amistades”.

Javier Martín cree que Oscar Wilde pagó muy caro ser como era. “En su época fue diferente a todos los demás. Iba muy adelantado a su tiempo, lo que le convirtió en un transgresor. Pensó que estaba por encima de las rígidas costumbres morales de la época victoriana en la que vivió, se enfrentó a ellas. Se creyó intocable y la sentencia puso en evidencia que no lo era”, aseguró el actor. Oscar Wilde se instaló en París, ciudad que visitaba con asiduidad. Detrás de su destierro en la ciudad francesa se escondía la homofobia, un término que como bien explica Eduard Alejandre, que interpreta al padre de Bosie, no existía en aquella época. Además, Javier Martín cree que los temas que se tratan en la obra son muy contemporáneos. “La sociedad ha avanzado mucho, por su puesto, pero aún a día de hoy vemos agresiones homófobas en Madrid, una ciudad que es tan abierta”. Con estas declaraciones, ¿quién se puede resistir a descubrir esta función?

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