Crítica: serie “Valeria”

Decisiones cruciales y nuevos comienzos

La cuarta temporada de Valeria se estrenó el pasado 14 de febrero y continúa entre los títulos más populares de Netflix. No es para menos porque se trata de la última tanda de episodios, en total 30 que han conseguido transformar en imágenes la saga En los zapatos de Valeria de Elísabet Benavent la cual, como no podía ser de otra manera, tiene su cameo. Aunque lo verdaderamente reseñable es que, en esta ocasión, toca despedirnos de los personajes encarnados por Diana Gómez, Paula Malia, Silma López y Teresa Riott quienes, una vez más, enfrentan nuevos desafíos personales y profesionales antes de que la historia nos plante una conclusión que cierra de manera efectiva sus arcos narrativos. Si habéis seguido toda la ficción es hora de que exploréis con las cuatro amigas temas como el autodescubrimiento y el amor propio.

Menos episodios (6 en vez de los 8 habituales), pero todo más intenso y concentrado. La cuarta temporada de Valeria es una despedida con emociones a flor de piel donde todo puede pasar por muy previsible que resulte el desenlace. De ahí que somos muchos los espectadores que hemos maratoneado la tanda para encontrar las respuestas que nos venimos haciendo desde 2020. ¿Con quién terminará Valeria al final de la serie? ¿Logrará la protagonista cumplir sus sueños como escritora o encontrará un nuevo camino profesional? ¿Cómo evolucionarán las relaciones de amistad entre Valeria, Carmen, Lola y Nerea? ¿Qué destino les espera a las cuatro amigas tras superar tantos desafíos juntas?

Precisamente lo que más me ha gustado de esta última temporada es descubrir por primera vez de una forma clara la evolución de los personajes, enfrentándose a sus miedos, deseos y aspiraciones y abordando como nunca temas como la sexualidad, la maternidad (algo sobreactuada y superficial por parte de la actriz que encarna a Carmen, todo sea dicho) y, en definitiva, los dilemas emocionales de mujeres jóvenes que buscan equilibrar su vida personal y profesional.

Una vez más, Valeria combina la comedia y el drama, pasando de momentos divertidos a otros más profundos que, de algún modo, nos interpelan desde el sillón invitándonos a reflexionar sobre qué hacer con nuestras vidas. En mi caso, con una edad cercana a la de las protagonistas, me he visto reflejada en varios aspectos como son las complejidades de las relaciones amorosas, especialmente cuando las expectativas chocan con la realidad de lo que esperas. Asimismo, me he sentido identificada con las dificultades con las que se topa Valeria en su carrera profesional y, por supuesto, con su propia transición a la adultez recapacitando constantemente sobre sus logros, experimentando inseguridades y momentos de crisis mientras busca el equilibrio entre sus sueños y su verdadera vida.

Valeria no es la mejor serie, pero para mí sabe capturar como pocas los escenarios de Madrid, convirtiendo la ciudad en un personaje más. Además, cuenta con una de las mejores playlist que he escuchado en una ficción, ayudando en la construcción de la atmósfera y el desarrollo emocional de la historia. Y es que, a lo largo de las temporadas, pero sobre todo en esta cuarta y última, las canciones se erigen como un reflejo de los estados de ánimo y las experiencias vitales de los personajes. Porque ahí está la música, y su variedad de géneros, cuando las palabras no pueden expresar sentimientos por sí solas.

Quizás Netflix podría haber estirado la serie con algún capítulo más, pero la historia da para lo que da y ha sido suficiente para subrayar la importancia de las amistades, en este caso, femeninas. Hay en una etapa de la vida muy concreta en la que para muchas mujeres, entre las que me incluyo, tus amigas son el mejor apoyo emocional que necesitas, el tesoro más valioso, la mejor medicina.

En resumen, Valeria es una serie fresca y contemporánea que, ante todo, ha conectado con el público joven y moderno. Así que gracias por plasmar que la vida es un constante proceso de reinvención donde las decisiones nos definen, pero también nos permiten evolucionar y encontrar nuestro propio camino.

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