Un espectáculo acróbata lleno de fantasía y color
De un salto mortal, el Gran Circo Acrobático de China se ha instalado en el Teatro Gran Vía del Madrid. ¡Menudo espectáculo tan brillante! Una maravilla para mi retina, que se ha llenado de color, por mis sentidos ha resbalado toda suerte de emociones positivas y estimulantes. Sí, la capital necesitaba novedad, de hecho, es el único grupo acrobático chino que podemos disfrutar en Madrid, y que ya han visto más de dos millones de espectadores en todo el mundo. Y es que este show multidisciplinar que combina acrobacia, danza, teatro físico y narración visual, está dirigido a todos los públicos. Podéis disfrutar de este despliegue de técnica y disciplina, de equilibrios imposibles y saltos sincronizados, hasta el 7 de septiembre, de miércoles a domingo. ¡Que vuele libre el hada fénix!
Nada más abrirse el telón, un ave fénix gigante nos honra con su presencia en el decorador, y enseguida vemos que todo va a ir en consonancia con la fantasía y el color. Más de treinta artistas chinos van a ir demostrando gran elasticidad, elegancia, profesionalidad y trabajo duro. Muy duro, tan duro que parece que las piruetas resultan fáciles. Pero solo hay que mirar su currículum, pues muchos de ellos han sido medallistas olímpicos y otros tantos vienen del Circo del Sol.

La historia va por detrás de la puesta en escena, ya que esta última eclipsa cualquier componente narrativo. No obstante, la aventura acrobática trata sobre un niño que entra en el mundo de la fantasía.Allí se encuentra con un hada fénix que vuela sobre el mar, el niño la persigue, pero este cae al agua, y ahí se desata todo un mundo de ensueño y viveza. Esta es la premisa de un espectáculo dividido en cuatro actos. En los dos primeros, el hada fénix acompaña al pequeño por el mundo solar, el espacio marino y a un palacio de fantasía. Aquí entran juntos en un jardín, donde hay payasos, sombreros voladores (uno de los mejores números), contorsionistas sujetando candelabros, etc. Sin embargo, el peligro acecha. Y con esa incertidumbre nos marchamos al descanso de un espectáculo que dura 135 minutos aproximadamente.
Luego, ¡vuelta al color!, ¡al suspense!, ¡a los aplausos! En los actos tres y cuatro, el palacio de la fantasía está invadido por el mal. Atacan al niño, encarcelan al hada fénix y le arrancan las plumas. Pero en el último momento, el hada vuela hacia el fuego, e ilumina el palacio de la fantasía, que se halla en ruinas. Por último, la melodía de un saxofón despierta al crío, éste se encuentra en el bosque de las hadas y, ¡sorpresa!, encuentra una de las plumas. El amor entre el hada y el pequeño triunfa en un alarde colorista final.
Cada número está perfectamente ejecutado, las transiciones se suceden con gran coordinación, hasta ofrecernos una presencia escénica única con esos cuerpos de mantequilla moviéndose al ritmo de una coreografía oriental, al ritmo de la fantasía. El vestuario y el maquillaje van conjuntados con cada número. No hay lugar para mortecino ni apago, ni siquiera en la maldad.

El prestigioso circo nos ofrece saltos imposibles, coordinación, flexibilidad y una presencia escénica única con algún susto que otro ya que los acróbatas hacen sus actuaciones sin arnés ni red (sí con colchoneta); pero esos momentos les hacen más humanos, sobre todo por la tensión que generan. Ya será difícil olvidar todos estos recursos escénicos en números que ojalá se conviertan en míticos; de hecho, yo aún sueño con mujeres subidas a los zancos, con esos largos vestidos de blanco brillante, o con esas puntas de ballet sobre los hombros de uno de los acróbatas. ¡Una pasada!
Otra de las cosas que siempre destaca en las funciones es que se interactúe con el público. Son pequeños momentos que rompen la cuarta pared, y más si hacen subir a un espectador al escenario para hacer algún pequeño número con regalo incluido. Una piruleta de globo, en este caso.
El espectáculo ostenta tanta fuerza que atrae. No paras de aplaudir, eso sí, igual de ahí sacan la energía, y hay momentos donde jugarán vilmente con vuestros nervios. Pero no lo dudéis. Tras su paso por Madrid, se instalarán del 10 al 21 de septiembre en el Teatre Apolo de Barcelona.
Escritora, correctora y maquetadora. Asimismo, bloguera de La boca del libro.




