La felicidad está en el aire
En el fondo, ser feliz es una elección diaria más que una circunstancia personal. Me explico. La felicidad no siempre reside en los grandes logros o cuando la vida está en orden, sino en los pequeños momentos que a menudo pasamos por alto como una risa compartida o un abrazo sincero. Para profundizar en este estado, que ya os adelanto que se cultiva en el presente con gratitud y conciencia, podéis recorrer el MüF situado en Ronda de Valencia 8 de Madrid. Este museo se erige como toda una experiencia sensorial, emocional y educativa que nos acerca a cómo huele, sabe o se siente la felicidad. La duración aproximada del recorrido es de 90 minutos, aunque como propone una vivencia transformadora os podéis tomar vuestro tiempo pues este espacio ofrece una pausa, una oportunidad para reconectar con lo que realmente importa.
El MüF no es un museo tradicional. Aquí no hay vitrinas ni piezas intocables, todo lo contrario, cada rincón está pensado para que el visitante se sienta protagonista de su propia alegría. Al inicio del recorrido, recibiréis cuatro cartas que cobrarán sentido durante el show de magia liderado por Miguel de Lucas, una experiencia lúdica que despierta la imaginación y el asombro.
Pero antes podéis saltar en unas camas elásticas que, de primeras, os ayudará a liberar endorfinas y mejorar el estado de ánimo. Y, sobre todo, empaparos de una mirada global a cómo distintas culturas entienden y practican la felicidad. Por ejemplo, el gato chino de la suerte saluda y da la bienvenida a todas las cosas buenas que nos han de pasar.

Muy cerca de esta figura encontraréis un mapa basado en el Informe Mundial de la Felicidad elaborado por las Naciones Unidas, el cual sitúa a Finlandia como el país más feliz, en parte por su sistema educativo, seguido de Dinamarca e Islandia. ¿Os imagináis en qué puesto está España? Dejo que descubráis la respuesta en el museo.
Lo que sí os aventuro es la existencia de frases muy inspiradoras de personajes tan relevantes como Martin Seligman, el padre de la psicología positiva, y del líder del budismo tibetano Dalái Lama. Aunque yo con lo que verdaderamente me he sentido identificada es con la afirmación de que las mascotas son una fuente de felicidad porque cada día experimento esa sensación de compañía con mi perro. Sin duda, convivir con animales nos enriquece emocionalmente y nos ayuda a llevar un estilo de vida más activo.
Pero esto no es todo pues en la primera planta también os toparéis con un risódromo donde la risa se convierte en terapia. Si bien, personalmente, soy de esas personas que les cuesta sacar la risa (que no la sonrisa) en minutos, si conseguís ponerla en práctica en esta máquina ¡descubriréis sus múltiples beneficios! Entre ellos, el fortalecimiento del sistema inmunológico, el alivio del dolor o la mejora de las relaciones sociales. Y, como no podía ser de otra manera, la muestra también incluye una vitrina dedicada a la marca global más asociada a la felicidad, Coca-Cola.
Cabe subrayar que el Museo de la Felicidad cuenta con espacios adaptados para personas con movilidad reducida y necesidades especiales y está pensado para el disfrute tanto de niños como mayores. Se puede comprobar con la dinámica para toda la familia consistente en descubrir los animales que la ciencia sabe que ríen de verdad o en el tobogán ubicado entre plantas donde los adultos también pueden deslizarse como los pequeños para cambiar de sala. De todas formas, si tuviera que recomendar este espacio a alguien sería a aquellas personas que viven desbordadas por el estrés, la ansiedad y la desconexión emocional porque posiblemente necesiten un lugar como este donde la felicidad se estudia, se practica y se celebra.

Ya en la segunda planta, el lenguaje colombiano se revela como uno de los más felices del mundo pues contiene expresiones muy amables. ¿Sabíais que se utiliza habitualmente la palabra regalar para pedir las cosas? En este piso también podréis probar unas gafas de realidad virtual que os harán sumergiros en un profundo viaje de fantasía. Si no os mareáis como yo con este dispositivo tecnológico, claro.
Bajo mi punto de vista la planta baja es la más interesante e interactiva pues aprenderemos la diferencia entre términos que alguna vez hemos escuchado y que influyen en nuestro cerebro. Me refiero a la dopamina, es decir, la conocida comúnmente como la hormona de la felicidad, la serotonina, que está vinculada con el estado de ánimo, la oxitocina que actúa como la hormona del amor y que está presente durante la actividad sexual y en los abrazos (en este museo, por cierto, hay un personaje que actúa como abrazador). ¡Además tiene un papel clave en el proceso del parto! Y, por último, la endorfina que es un analgésico natural que se activa con risas y ejercicio.
De igual manera, se menciona el mindfulness que es una práctica consistente en dirigir la atención de forma consciente al momento presente. Yo el pasado año realicé un curso al respecto para adentrarme más en la técnica y os aseguro que ayuda a calmar la mente y a mejorar el enfoque mental. Es más, os puede ayudar a quejaros menos, pero no porque os obligue a reprimir vuestras emociones, sino porque, como bien se refleja en este museo, hay que aprender a relacionarse de otra manera con ellas. De todas formas, si sois tan quejicas como yo, en MüF nos enseñan un truco para cultivar una actitud más positiva en la vida cotidiana, para ello solo necesitaremos una pulsera. Y si no os parece suficiente os invito a poneros los cascos y escuchar canciones icónicas como I Will Survive de Gloria Gaynor o Walking On Sunshine de Katrina and the waves que cambiarán instantáneamente la energía de vuestro cuerpo.
Pese a todo, si tuviera que elegir una de las experiencias emocionales que más me ha conmovido de este museo me quedo con el armario de la verdad. Aquí reflexionaréis sobre la persona más importante de vuestra vida que no siempre es quien más os halaga, ni quien está en los momentos fáciles. Más bien se trata de ese alguien que os sostiene cuando todo parece tambalearse. Esa persona que os ve sin máscaras, sin filtros, sin defensas… y aun así se queda.
Como podéis percibir, MüF es un plan enriquecedor que no os dejará indiferente. ¿Preparados para reír, abrazar, jugar y reflexionar? Tan fácil como regalaros una visita al Museo de la Felicidad.
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