El secreto mejor guardado del País Vasco
Si estáis buscando una escapada que combine historia, naturaleza, cultura y buena gastronomía, Vitoria-Gasteiz es vuestro destino ideal. No está masificada, su gente es amable y se puede patear en un solo día. Si bien esta ciudad vasca a menudo se encuentra eclipsada por sus vecinas Bilbao y San Sebastián, lo cierto es que se revela como un tesoro escondido que merece ser descubierto con calma y curiosidad. A pesar de que los mejores momentos para acercarse son en primavera y en otoño para dejarse seducir por los colores que inundan el Anillo Verde, en verano también es una época perfecta, sobre todo si os coincide con la celebración de las fiestas de la Virgen Blanca que llenan cada rincón de alegría y tradición. ¡Seguro que en cuanto leáis mis recomendaciones vais a querer preparar vuestra maleta cuanto antes!
Antes de arrancar mi crónica viajera, quiero mencionaros mi alojamiento en la capital de Álava: el Ibis Budget Vitoria-Gasteiz. Me he decantado por esta opción por su precio competitivo, aunque he tenido que desplazarme al casco viejo en mi vehículo. Se trata de un hotel más cercano al Anillo Verde para aquellos huéspedes que, como es mi caso, preferimos más tranquilidad y menos bullicio. De hecho, en unos minutos en coche llegaréis al parque de Armentia que es una antesala de los Montes de Vitoria-Gasteiz. Pasear por aquí es una forma fabulosa de escapar de la vida estresante de la ciudad sin alejarse de ella. De cualquier modo, también os sugiero que os paséis por el Parque de la Florida pues es uno de los rincones más especiales. Y no solo porque sea el parque más antiguo de Vitoria-Gasteiz, creado en 1820, sino porque su diseño os evocará a los jardines románticos franceses, con senderos laberínticos, grutas y cascadas.
Pese a que os voy a presentar mi itinerario recomendado para que paséis un día perfecto en Vitoria-Gasteiz, os invito a que os apuntéis a un free tour de Civitatis por la ciudad porque no solo veréis lo más importante del centro histórico, sino que también conoceréis leyendas y chascarrillos locales.
El punto de partida de nuestro recorrido comienza en la Plaza de España, frente a la Oficina de Turismo, pues en su ala norte alberga la casa consistorial. A unos metros se ubica la todavía más conocida Plaza de la Virgen Blanca, donde encontraréis el famoso letrero ajardinado con el nombre de la ciudad que se instaló en 2012 para celebrar su galardón como capital verde europea. Este lugar es el corazón palpitante, el epicentro de la vida social vitoriana. Es el sitio perfecto para sentaros a tomar algo y observar la vida pasar pues está rodeada de terrazas y edificios históricos. Aquí además se celebran eventos, entre ellos, la famosa bajada de Celedón durante las fiestas patronales. Se trata de un personaje que recuerda al alavés Celedonio Alzola quien acudía cada año a las fiestas de la Virgen Blanca invitando a todos los visitantes a unirse a la diversión. En 1957 se creó un muñeco que descendía por un cable con un paraguas y, hoy en día, como manda la tradición, es el que abre la celebración ante una gran multitud.
Cabe mencionar asimismo la Plaza del Machete, sede del Palacio de Villa Suso, cuyo nombre no es casual pues contiene una réplica del machete colgado en los muros de la iglesia de San Miguel. En el alrededor de este templo también os toparéis con la talla de la Virgen Blanca, patrona de la ciudad.

En esta ruta también tengo que aludir al Palacio de Escoriaza-Esquivel que lo distinguiréis fácilmente porque se sitúa muy próximo a la muralla medieval de Vitoria que es un testimonio vivo del pasado. Muy cerca se ubica igualmente la Catedral de Santa María, conocida como la Catedral Vieja. Como curiosidad, Ken Follet se inspiró en este templo gótico del siglo XIII para su exitosa saga literaria de Los pilares de la Tierra.
Aunque si hay algo que verdaderamente me ha llamado la atención es que muchas fachadas de los edificios del Casco Viejo están engalanadas con murales. Este fenómeno artístico comenzó en 2007 y ha transformado la ciudad en una auténtica galería de arte al aire libre. Mi favorito es El triunfo de Vitoria que está inspirado en el cuadro El Tramposo de Georges de La Tour.
Vitoria-Gasteiz también se disfruta desde el estómago pues es un paraíso para los amantes del buen comer. En el casco antiguo encontraréis bares que sirven pintxos creativos y sabrosos. Os sugiero que probéis los de El Toloño y los del Asador Sagartoki, concretamente su pintxo de huevo frito que es una explosión de sabor dentro de la boca. Las tortillas de patatas aquí también están para chuparse los dedos, mi preferida por si os ayuda es la rellena de queso de cabra con salsa de tomate. Y por si todavía no se os ha hecho la boca agua lo suficiente, adelantaros que el postre típico de esta tierra es el goxua que se sirve en cazuela de barro y que está hecho de nata montada, bizcocho con almíbar y crema pastelera, todo cubierto con caramelo.

En conclusión, Vitoria-Gasteiz es mucho más que capital verde europea y ejemplo de sostenibilidad urbana. Es una ciudad que se respira, pero también se saborea y se aprende.
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