Donde el pasado cobra vida
En unos tiempos donde nuestra historia, literatura y costumbres adolecen por el olvido de sus descendientes, llega la obra que conmemora nuestras raíces. Y es que, desde hace tres años, en el parque temático Puy du Fou se puede disfrutar del espectáculo nocturno “El Sueño de Toledo”. Una representación que aglomera en el corazón de los montes de Toledo a un reparto de más de 200 actores que nos trasladan en un viaje a nuestro pasado. El teatro al aire libre de cinco hectáreas dibuja una silueta a escala de los principales elementos arquitectónicos toledanos. Un lago en el centro que simula el río Tajo, más de 60 surtidores de agua, 800 proyectores y 28 proyectores full HD conforman un show visual, sonoro e histórico que durante 80 minutos nos transportará, sin levantarnos de nuestras butacas, a través de 1500 años de historia de España.
Tened en cuenta primeramente que la entrada a Puy du Fou España va separada de este espectáculo nocturno. Si bien podéis hacer una sesión completa en el parque, os aconsejo no hacerlo todo en el mismo día salvo que tengáis alojamiento reservado en la ciudad de las tres culturas. Se digieren mucho mejor ciertas experiencias evitando los empaches de una jornada intensiva.
“El Sueño de Toledo” es un espectáculo al aire libre que se representa al atardecer, con el ocaso de la luz del mundo para prender así nuestro candil de la memoria. Dos personajes, el Viejo Azacán que trae las aguas del recuerdo y María, la lavandera, se reúnen a la sombra de un viejo roble. Ambos están ahí para sumergirnos, junto a las orillas del Tajo, en una representación de la cual emergerá una historia que no dejará de fluir ante nuestros ojos: el pasado de España y Toledo.
Toledo es conocida por todos como la ciudad de las tres culturas. Y, aunque no fue tan magnánima siempre con todas ni tan beligerante la convivencia como uno pueda pensar, no nació esta tierra con la llegada de las tres religiones. Ya los romanos nombraron a esta ciudad como Toletum y fue una importante provincia del imperio durante mucho antes de la mitad del primer milenio. Pero, por algún lado tenía que empezar nuestra historia, y es el momento de la conversión a la religión católica por el rey visigodo Recaredo en el año 589 durante el II Concilio de Toledo, el momento elegido para iniciar nuestro viaje. Y no es baladí ese acontecimiento, pues hasta entonces existía en la península una gran división entre la religión del pueblo hispanorromano (que eran mayoritariamente cristianos católicos) y los gobernantes visigodos (que eran también cristianos, pero cristianos arrianos).
He tomado la decisión consciente de no convertir esta crítica en un repaso pormenorizado de los diferentes hechos históricos retratados en “El sueño de Toledo”. Prefiero regalaros esa satisfacción de ir descubriendo, o redescubriendo, ciertos acontecimientos y leyendas que engloban tanto a Toledo como a la propia España a lo largo de todo el espectáculo. Sin embargo, como podréis imaginar, no faltarán guerras de conquistas, traiciones, convivencias de paz, esplendor tecnológico y científico, descubrimientos, arte, reyes, escritores y pintores que han caminado por nuestras tierras a lo largo de los siglos. Veréis milagros e incluso metáforas flautistas del espíritu luchador del pueblo español cuando se levantaron, mujeres incluidas, en defensa de su país contra los invasores franceses.
Del espectáculo en sí mismo quiero destacar la banda sonora que viene a cargo de las habilidosas manos de Nathan Stornetta, compositor que llegó a trabajar codo con codo junto al prodigioso Hans Zimmer como su asistente, y que impregna de un color vibrante un trayecto musical repleto de los diferentes matices culturales e históricos que han conformado España. Con sus reminiscencias celtas, flamencas o incluso el rítmico sonido de las jotas. Una banda sonora que, por cierto, se puede comprar en las tiendas aledañas al teatro para el disfrute de los más melómanos.
Por otra parte, los actores realizan un trabajo encomiable y es que no debe ser fácil coordinar las escenas de un reparto conformado por más de 200 personas. Debo añadir, además, que no se tratan de actuaciones sencillas, algunas son de lo más exigentes a nivel físico. Los amantes de los animales encontrarán gratificante ver momentos en los que, sin ir más lejos, un burro o un corcel son los auténticos protagonistas. ¡Hay un caballo que se lleva más aplausos que la propia reina Isabel La Católica! Eso sí, el trato que reciben estos seres vivos tanto fuera como dentro del escenario es absolutamente impecable.
Bailes, proyecciones, drones, fuentes de agua, llamaradas de fuego, batallas, carabelas, románticas profesiones del pasado, peligrosas escaladas, caídas de infarto… Todo perfectamente coreografiado para convertir la representación en una danza visual que os atraparán en un sentimiento conciliador sobre la memoria de una nación que, con esfuerzo, construyeron nuestros ancestros. No viene nada mal recordar y conocer nuestra historia, aunque sea de una forma tan simplificada y con las licencias artísticas propias de un espectáculo como este. “El Sueño de Toledo” puede ser la chispa necesaria para prender el deseo por conocer nuestro pasado que es algo que nunca deberemos olvidar. Pues, parafraseando las palabras del poeta y filósofo George Santayana: “Aquel pueblo que desconozca su historia, está condenado a repetirla”.
Me gustaría terminar con un pequeño consejo. Al tratarse de una platea con un aforo ampliado recientemente para albergar a 7.000 personas, recomendaría que, a la hora de elegir los asientos, escojáis los más centrados posibles. Tanto en distancia del escenario como de los laterales, para evitar perderse la mayoría de los detalles y disfrutar al máximo del conjunto orquestado. Y es recomendable también llegar al menos media hora antes. El paseo del parking al teatro no es precisamente corto y, en casos así, mejor pecar de precavidos. Además, si llegáis antes siempre podréis tomaros algún tentempié en sus restaurantes tematizados. Ante todos aquellos que no deseen olvidar, cada noche en Puy du Fou, Toledo sueña con la memoria de nuestra historia.
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